LA HABANA, Cuba. – Sucesos de hace apenas unas horas me han hecho recordar una obra valiosísima de la literatura anticomunista mundial. Me refiero a El poder de los sin-poder, texto del gran checo Václav Havel. Se trataba de un hombre excepcional, que permaneció encarcelado durante años por las autoridades comunistas, pero que después ocupó la Presidencia de Checoslovaquia, primero, y más adelante, al dividirse el país, la de la República Checa.
En esa obra memorable, el autor subraya la importancia de “vivir en la verdad”. Cita el ejemplo de un verdulero que cuelga en su centro de trabajo una tablilla con el lema “Proletarios de todos los países, ¡uníos!”. El autor se pregunta qué motivaciones puede haber tenido el vendedor para exhibir en su comercio ese lema. Constata que no es porque crea que esa frase encierre una profunda verdad ni porque él considere vital compartirla con sus conciudadanos. Es simplemente porque “vive en la mentira”.
En Cuba, donde quienes ejercen el poder son menos dados a las inquietudes intelectuales o doctrinarias, el lugar de la consigna lanzada por Carlos Marx —delirante fundador de la secta— ha sido ocupado tradicionalmente por una cita del instaurador de la dinastía castrista. O mejor, por las imágenes de ese propio individuo o de algunos de sus compañeros más destacados.
Pero el principio que regía en los antiguos países del “socialismo real” en Europa Oriental o Central y en nuestra Cubita tropical es el mismo: no es que un simple trabajador esté íntimamente identificado con los lemas enarbolados por el régimen o con los líderes de este; se trata simplemente de que ese modesto obrero, como el verdulero de la obra literaria, no desea “señalarse”.
Estas consideraciones más o menos teóricas vienen al caso porque el diario digital 14ymedio publicó este sábado una información de Natalia López Moya. En ella, la colega recoge el comentario del empleado de una bodega de Nuevo Vedado: “Nos mandaron a quitar las fotos”, dice el trabajador; “nada de mártires ni líderes”. Así reza la “orientación” recibida de la jefatura del Ministerio del Comercio Interior (MINCIN). Todo indica que los mayimbes consideran contraproducente que las imágenes de sus jefes presidan el desabastecimiento que predomina en esos puntos comerciales.
Aquí resulta oportuno parafrasear al inspirado autor de El poder de los sin-poder; conviene que nos preguntemos: ¿Qué se hizo del “fervor revolucionario” que de inicio —se supone— llevó a los administradores y dependientes de bodegas a colgar esos retratos? ¿Por qué ni uno solo de ellos resistió la consigna de quitarlos circulada por la jefatura!
Volvemos a lo mismo: En realidad, ninguno de los bodegueros siente especial admiración por Fidel Castro o el rosarino Ernesto Che Guevara. Parafraseando una vez más a Havel, esos trabajadores modestos, al colgar los retratos de esos personajes, lo que en realidad vienen a expresar es algo así como: “Tengo miedo y por eso me muestro obediente a ultranza”.
Y hablando de miedo, al escribir cuando recién comienza la segunda quincena de marzo, no puedo menos que destacar la facilidad con la que los cubanos de a pie lo están perdiendo, por suerte. Este fin de semana se sucedieron noticias reconfortantes, provenientes de las provincias de Holguín, Santiago de Cuba y Granma. El pueblo, indignado por la falta de libertad y la miseria que sufre, salió a las calles a protestar de manera abierta.
Poco importa que el presidente votado por algunos centenares de compatriotas haya publicado en las redes sociales unas notas pasmosas. En ellas, las protestas rebosantes de indignación se convierten en meras “expresiones de inconformidad”. También Díaz-Canel (¡como si los cubanos fuésemos minusválidos mentales!) pretende hacernos creer que una madre, desesperada porque carece de leche y pan para darle a un hijo hambriento, tiene que esperar a que un exiliado (¡o peor aún, a que un gobierno extranjero!) le dé indicaciones para que lo exprese de manera pública.
¡Mal estreno para la recién nombrada Beatriz Johnson Urrutia, nueva líder comunista en Santiago de Cuba, quien intentó aplacar a los manifestantes desde una azotea! No les arriendo la ganancia, ni a ella ni a sus congéneres que han tenido que lidiar con protestas similares, o a los que dentro de algunas semanas o meses les llegue el turno de hacerlo.
Si esos dirigentes provinciales se limitan a aceptar lo que decidan los jefes nacionales radicados en la capital, la única perspectiva real que tendrán ante ellos será la de servir de chivos expiatorios, la de ser removidos de sus cargos de modo idéntico a como los mayimbes del capitalino Palacio de la Revolución acaban de hacer con los jefes locales de Ciego de Ávila o la misma Santiago.
Sin embargo, no es imprescindible que los líderes comunistas de esos importantes territorios acepten de manera boyuna el triste destino que para ellos han reservado sus actuales superiores de nivel nacional. Lo único que tendrían que hacer es aprovechar la próxima reunión del Comité Central para plantear que, mientras se mantengan las mismas políticas inoperantes que han predominado hasta hoy, ellos no están en condiciones de garantizar que sus respectivas provincias se mantengan en calma.
En esencia, fue lo mismo que, en 1970, hizo en Polonia un virtual desconocido: Edward Gierek. Este, gracias a su osadía, logró la destitución del entonces primer secretario del Partido Socialista Unificado y mandamás supremo, Władysław Gomułka, y acto seguido fue escogido para sucederlo en el cargo…
Decididamente, se trata de una perspectiva que está preñada de más peligros que la de aguardar tranquilamente lo que decidan los jefes, pero que también implica no solo mucha más dignidad y sentido patriótico, sino que también revela más disposición a dejar de ser un perdedor para convertirse en un verdadero triunfador.
No puedo terminar un artículo el lunes 18 sin referirme a la situación del gran patriota José Daniel Ferrer. Ahora, cuando el pueblo de Santiago de Cuba se arma de valor y se lanza a las calles a protestar contra la dictadura, no podemos olvidar al mejor de sus hijos, que por esa misma causa empezó a sufrir injusta prisión hace decenios, y al cual ningún ser querido ha podido ver o escuchar desde hace meses. ¡Exijamos al régimen que dé fe de vida de ese gran cubano!
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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