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AREQUIPA, Perú. – La calle Amargura en La Habana recibió su nombre debido a la procesión que salía de la Tercera Orden de San Francisco durante todas las tardes de Cuaresma y se dirigía hacia la iglesia del Cristo, conocida como el Humilladero.
Este nombre se repite en muchas poblaciones cristianas, imitando el vía crucis de Jerusalén, originalmente llamado “de la Amargura”.
También fue llamada calle de la Cruz Verde por la figura de ese tipo que existió en la esquina con Mercaderes, donde iniciaba la procesión del vía crucis y actualmente se encuentra el Museo del Chocolate.
Amargura nunca fue particularmente famosa por la efervescencia que otras rutas habaneras poseían. Carecía de comercios, cafés o bares notables. Sus dos hoteles, Nueva Luz y La Unión, ahora son viviendas compartidas.
En sus buenos tiempos, La Unión fue un hotel aceptable, donde el poeta Federico García Lorca se hospedó en 1930 durante su estancia en Cuba, pero poco más. Eso sí, Amargura marcaba uno de los límites del distrito bancario habanero, otrora comparable a Wall Street.
Entonces la Cámara de Comercio de la República de Cuba se encontraba en el actual hotel Raquel, en la esquina con San Ignacio. El número 203 albergaba la Compañía Cubana de Fianzas, ahora la sede del Instituto de Antropología. En el número 53 estaba el Banco Continental Cubano, la entidad bancaria más grande de la Isla en cuanto a sucursales y empleados.
La esquina con Cuba también albergaba la Renta Nacional de Lotería, ahora la oficina central del BANDES, y el Banco Gelats en la esquina con Aguiar, el banco cubano más antiguo, fundado en 1876.
Si bien Amargura no era el lugar de paseo ideal para los cubanos de antaño, si fue una calle llena de firmas y oficinas de abogados. Según el Directorio Telefónico de 1958, había 28 abogados establecidos en esa vía, incluyendo figuras conocidas como Carlos Márquez Sterling, presidente de la Convención Constituyente de 1940.
Asimismo, la calle habanera en cuestión albergó un hito relevante para Cuba y el mundo. Desde el cuartelillo de los Bomberos del Comercio, sito en la calle San Ignacio, hicieron una llamada telefónica al segundo jefe de ese cuerpo. Fue la primera llamada telefónica en español que se registra en la historia.
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