Los jugadores que forman parte del roster de 40 peloteros de las diferentes franquicias de Grandes Ligas no podrán participar en el torneo Premier-12, que organiza la Confederación Mundial de Béisbol y Softbol (WBSC).
A diferencia del Clásico Mundial de Béisbol (WBC), que patrocinan conjuntamente MLB y la WBSC, la Grandes Ligas no tienen nada que ver con el Premier-12 y no le dan permiso a sus peloteros a un certamen que consideran menor, para evitar lesiones que pongan en riesgo su participación en la siguiente temporada.
Entonces, ¿por qué Yoan Moncada, actual jugador de los Medias Blancas de Chicago, sí podrá jugar con la selección cubana para el torneo, tal como hizo en el pasado Clásico Mundial?
La respuesta es simple: Moncada está firmado hasta el 2024, y aunque su contrato incluye una opción del equipo para el 2025, ya la gerencia dejó saber que no ejercerá esa cláusula y lo dejará partir a la agencia libre, una vez que concluya la actual campaña.
Por lo tanto, no será parte de ningún roster de 40 peloteros y podrá sumarse al Team Asere, como bautizó el dictador designado Miguel Díaz Canel a la selección nacional en el Clásico Mundial del 2023.
Tal es la determinación de la franquicia de deshacerse de sus servicios, que luego de activarlo esta semana de la lista de lesionados, donde ha estado casi toda la temporada, no ha vuelto a darle juego y ha preferido colocar en la alineación a peloteros más jóvenes, con vistas al futuro.
Los Medias Blancas no han escondido su decepción con el cubano, quien fue considerado en su momento uno de los prospectos más valorados en todo el béisbol.
Fue firmado por los Medias Rojas de Boston como agente libre internacional en 2015, cuando tenía 20 años, y en 2016 hizo su debut en las Mayores. Pero necesitados entonces de pitcheo, los Medias Rojas lo canjearon a Chicago por el astro zurdo Chris Sale, quien era, en ese instante, uno de los mejores serpentineros de todas las Grandes Ligas.
Entusiasmados por el prospecto que acababan de obtener, los Medias Blancas le hicieron una extensión contractual por cinco años y 70 millones de dólares, que el pelotero no fue capaz de justificar sobre el terreno.
El pacto fue estructurado de manera progresiva, con incrementos salariales cada año, hasta llegar a un tope de 24.8 millones en 2024, cuando apenas ha participado en 11 encuentros.
De hecho, entre 2022 y 2024, de 486 juegos posibles, sólo apareció en 207, debido a lesiones, mientras que, a lo largo de todo el contrato, apenas tuvo destellos de la grandeza que se le auguraba al momento de firmar.
Su mejor temporada fue en 2019, cuando promedió para .315, disparó 25 cuadrangulares y remolcó 79 carreras, pero su falta de contacto lo convirtió en una máquina de tragar ponches, con una proporción de un abanicado por cada tres turnos al bate.
Un año antes, se engulló 217 ponchetes y además de encabezar las Grandes Ligas en ese departamento negativo, se convirtió en el primer bateador latino en la historia en superar los 200 chocolates en una temporada.
Si Chicago decidiera ejercer la opción sobre el pelotero, tendría que pagarle 25 millones en el 2025, pero prefiere darle cinco millones como bono de salida o buyout, para quitarse de encima a un jugador que jamás cumplió con las expectativas.
A pesar de que aún es joven (29 años), los especialistas no le auguran mucha suerte en el mercado de agentes libres a un hombre que, además de poner números mediocres, ha tenido una tendencia perenne a las lesiones.
Su futuro para continuar carrera en Grandes Ligas no pinta halagüeño, aunque siempre le quedará la opción de retornar a la pelota cubana, al igual que otros que pasaron por Grandes Ligas como Yasmani Tomás o Alexei Ramírez.
No sería de extrañar si reaparece tarde o temprano con el equipo Cienfuegos.