La desnaturalización del sindicalismo castrista

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LA HABANA, Cuba. – Un sindicato, de acuerdo con la práctica en la inmensa mayoría de las sociedades, es un ente surgido en el seno de los colectivos laborales con el objetivo de defender los intereses de los trabajadores ante la patronal. 

Aquí en Cuba, en cambio, sucede todo lo contrario. Si el régimen dejara a la espontaneidad de los colectivos laborales en empresas y entidades estatales la creación de los sindicatos, es casi seguro que habría muy pocos. Una situación que contrasta con la gran tradición sindicalista que había en el país con anterioridad a 1959. Tradición que tuvo su momento estelar en 1939 con la creación de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), y que llegaría hasta la estructura sindical del Movimiento 26 de Julio en la persona de David Salvador. Este último, que no simpatizaba con los comunistas, fue eliminado de la dirección de la CTC cuando Fidel Castro les abrió las puertas a los comunistas para que se apoderaran de los sindicatos. 

Una vez con el control total del movimiento sindical, la maquinaria del poder se dio a la tarea de constituir secciones sindicales bajo el auspicio de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC). Al propio tiempo se ha dedicado a combatir sin tregua al sindicalismo independiente, que contra viento y marea se obstina en existir. 

La misión principal de esos sindicatos pro-gubernamentales, aunque el oficialismo trate de aparentar lo contrario, no es la de representar a los trabajadores, sino la de controlarlos y servir de correa de transmisión para que a ellos lleguen las orientaciones de la cúpula gobernante. 

O sea, que bajo el régimen castrista los sindicatos no son organizaciones de abajo para reclamarles a las estructuras de arriba, sino instancias creadas por las estructuras de arriba para mantener subyugados a los de abajo. Asistimos entonces a una verdadera desnaturalización del sindicalismo.

Hay que recordar, por ejemplo, cómo durante la pandemia de COVID-19 los sindicatos oficialistas nada hicieron por defender a los trabajadores que se negaban a aceptar las reubicaciones laborales impuestas por el Gobierno, y por tanto eran dejados sin empleo. 

Ahora asistimos al pugilato de las autoridades castristas por afiliar a la CTC a la mayor cantidad de trabajadores que laboran en el sector no estatal de la economía.   

Una reciente separata del periódico oficial Trabajadores indica: “La sindicalización de los trabajadores no estatales se ha convertido en un verdadero reto para el movimiento sindical, que no puede renunciar a la representación de un sector laboral creciente en el país”.  

Aquí es conveniente destacar dos elementos. En primer término advertir que la palabra “reto” para calificar el empeño de la CTC por afiliar a los actores no estatales de la economía demuestra la prioridad que le otorga el régimen a esta tarea. Y en segundo lugar, como ya señalamos, que no se trata realmente de “representar” a esos trabajadores, sino de controlarlos. 

Cabe añadir que se han seleccionado a cuadros profesionales de la CTC en municipios y provincias para que chequeen las tareas relacionadas con la sindicalización ―por supuesto, en los marcos de la propia CTC― de estos cuentapropistas, cooperativistas e integrantes de las mipymes. Nada le aterra más al castrismo que el surgimiento o fortalecimiento del sindicalismo independiente entre estos actores no estatales. El recuerdo del sindicato “Solidaridad” en la Polonia de los años 80 les quitaría el sueño.   

No obstante todo este accionar del castrismo, ha trascendido la negativa de muchos trabajadores no estatales a formar parte de estos sindicatos aupados por la CTC. Hasta el cierre de agosto, solo el 22,6% de los trabajadores del sector no estatal de la economía estaban sindicalizados. Ante la insistencia oficial por sindicalizarlos, muchos alegan que esos sindicatos no sirven para nada, y que únicamente hacen acto de presencia para cobrarles la cotización.  

Y si siempre ha sido una constante la obsesión del castrismo por sindicalizar a estos trabajadores, no es muy difícil imaginar que ese deseo haya aumentado en los últimos tiempos, sobre todo a raíz de informaciones que han circulado acerca de la cierta ayuda que la administración Biden podría ofrecer a las mipymes de la Isla. 

¡Hay que sindicalizarlas cuánto antes!, dirían los jerarcas del castrismo ante el “peligro” de que el “enemigo” se les adelante. 

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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