MADRID, España.- La Virgen de la Merced, Nuestra Señora de la Merced o Virgen de las Mercedes —como los cubanos suelen llamarla—, es una de las advocaciones de la Virgen María y se le considera la Patrona de los cautivos.
Tiene su iglesia en La Habana Vieja, en la calle Cuba entre Merced y Leonor Pérez, que se valora entre las más bonitas y populares de la capital y de las más importantes construcciones religiosas de la segunda mitad del siglo XVIII, aunque su lujosa decoración mural, única de los templos coloniales de la Isla, se añadió a finales del XIX, con la participación de selectos pintores como Miguel Melero (1836-1907) y Esteban Chartrand (1840-1883) —uno de los grandes paisajistas cubanos.
En sus inicios la edificación de la iglesia y el convento contiguo sufrieron muchos avatares por largos periodos. El historiador José Martín Félix de Arrate (1701-1764), en La llave del nuevo mundo. Antemural de las Indias Occidentales (que acabó de escribir en 1761 y se publicó en 1830), anota: “(…) costaron todo un siglo para allanarse (…) sucesivas dificultades que habían de suscitarse sobre esta obra, la que pretendió facilitar el año de 1647 la autoridad y diligencia de Fray Atilano de San José, Vicario general de las Provincias de Indias, consiguiendo favorable informe de este Cabildo para Su Majestad, el que se repitió el de 1655, a pedimento de Fray Francisco de Rojas, Procurador general de su Provincia de San Lorenzo”.
Y luego añade: “(…) con nueva y reverente súplica del Ayuntamiento agenciada por el Maestro Fray Manuel de Ogán y Cepillo, activo promovedor de esta dependencia, tuvo logro la pretensión el año de 1744, solemnizando los padres y todo el vecindario, con recíproco alborozo, la gracia conseguida”.
Por su parte, Joaquín E. Weiss en La arquitectura colonial cubana. Siglos XVI al XVIII apunta que tras reiteradas frustraciones comenzó la construcción del templo en 1755, paralizada en 1763 hasta que el prelado Santiago José de Echeverría les dio nuevo impulso, y para 1792 quedaron concluidas las naves de la iglesia hasta el crucero y una parte del convento. Cerrados en 1841, reabiertos en 1844 bajo una congregación de seis sacerdotes, hasta 1862, cuando pasó a la Misión de San Vicente Paul y el padre Gerónimo de Viladás emprendió la terminación que, asegura Weiss, pese a su fin y decoración en el siglo XIX, en lo fundamental es una obra de la segunda mitad del XVIII y el último ejemplar barroco en descenso hacia el neoclasicismo.
Levantada frente a una plazuela, su fachada con puerta principal de arco abocinado, la iglesia de Nuestra Señora de la Merced consta de tres amplias naves, separadas por arcadas de medio punto, un hermoso altar mayor y una cúpula; dispone de dos capillas, una dedicada al Espíritu Santo y otra a la Virgen de Lourdes, bautizada por el poeta y sacerdote Ángel Gaztelu como la Capilla Sixtina del arte religioso cubano, por su bello ornamento. Del convento anexo es destacable el hermoso patio claustral.