Me fascinan los libros ilustrados con buenos textos que a su vez ilustren mediante palabras a las imágenes que intervienen, a los dibujos que nos preparan. Este es un libro donde los textos, pese a su dureza imbuidos por la guerra, ofrecen junto a las ilustraciones un reconfortante modo de análisis, de pensamiento, mediante la belleza y el colorido. Es un libro que pudiera haber sido pensado para adolescentes y, sin embargo, también lo considero para adultos. Nada más hondo que volver a la inocencia a través de los golpes que como adultos no sabríamos desmenuzar en el día a día.
“Nora Kurg combina de forma extraordinaria una compleja narración con una gracia y una elegancia inusuales, acercándonos a la historia desde un punto de vista íntimo y muy humano”. Así demuestra sus impresiones de la lectura, Igort, el autor de Cuadernos Ucranianos.
Otra opinión, a tomar en cuenta, de Jason Lutes, autor de Berlín, no debiera ser obviada: “Mientras el imperialismo fascista -con Vladimir Putin como su putrefacto testaferro- atrae la atención de todo el mundo, quienes lo sufren deben sobrevivir. Este es el relato personal de dos supervivientes de la guerra ruso-ucraniana, un estremecedor documento de la experiencia humana en tiempos terribles”.
Muy cierto, y añadiría que sólo estos tiempos terribles por los que pasamos pueden ser aliviados, apenas sanados, mediante la lectura, de la escritura, del arte, lo que Nora Krug ha entendido muy bien.
La editorial Salamandra Graphic, que ha publicado la obra en España, febrero del 2024, nos presenta a la autora y al volúmen: “Nora Krug vuelve a poner su arte al servicio de la denuncia política con Diarios de guerra, un retrato estremecedor de los estragos cotidianos del conflicto entre Rusia y Ucrania.
Al inicio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia en febrero de 2022, Nora Krug contactó con dos sujetos anónimos ―K., una periodista ucraniana nacida en Rusia, y D., un artista ruso― y comenzó con ellos un intercambio de correspondencia que duraría un año.
En sus mensajes, K. manifiesta la pérdida en todos los sentidos de la palabra: la muerte de parientes cercanos, la desconexión de su familia y amigos, la destrucción de su país y una angustia emocional diaria que contrasta con la valentía para afrontar la terrible incertidumbre. Por el contrario, D. expresa su desdén por las brutales acciones de su gobierno y detalla los intentos de enviar a su familia al extranjero, sobrellevando la situación con un insoportable sentimiento de culpa.
A través de las entrevistas semanales con K. y D., Krug retransmite en tiempo real los efectos devastadores del conflicto, a la vez que captura dos puntos de vista desde lados opuestos de la frontera, dos historias yuxtapuestas que desafían a los lectores en un soberbio ejercicio de periodismo gráfico sobre una guerra que todavía no ha terminado.”
Esta guerra de la que no nos recuperaremos nunca los que sin vivirla de manera directa, aunque desde Europa, hemos estado muy cercanos, y muy pendientes de las consecuencias, de las víctimas reales, que al mismo tiempo han sido esos valientes ucranianos, que no sólo enfrentan al invasor por la libertad y la libertad de su propio país, sino también por la paz de Europa y por el bien y el futuro del mundo.