De la educación al dogmatismo totalitario en Cuba


PUERTO PADRE, Cuba.- Bestiario fue un gladiador, el hombre que tenía por oficio o pena luchar con las fieras en los circos romanos. Y bestiario en la Edad Media fue la colección de fábulas de animales. Bestiario es el ser humano bestial, entiéndase, cruel, inhumano, perverso, insensible, bruto en sus relaciones interpersonales, hasta con sus seres más queridos entre sus seres queridos. Luego, no es ocioso preguntar: ¿A la vuelta de poco más de medio siglo la nación cubana ha degenerado en un pueblo bestiario…? Y, si fuera así… ¿Por qué…?

Con disímiles carencias, de recursos humanos y materiales, pero sobre todo espirituales, morales y cívicos, todos surgidos por acción o inacción dolosa tanto de victimarios como de víctimas, este lunes comenzó el curso escolar número 63, sí, 63, bajo el monopolio de educación estatal en Cuba. Y por “educación estatal” compréndase doctrinaria.

Entonces esos lamentos de padres y maestros o los discursos de los comisarios comunistas, algunas veces diciendo, “vamos por más” -¿será por más miserias?- nos recuerdan el viejo adagio que dice “quien siembra vientos, recogerá tempestades”.

Hace 66 años…

Resulta que en septiembre de 1958, cuando en Cuba teníamos una población de unos seis millones de habitantes y un hato vacuno también de unos seis millones de cabezas de ganado, el curso escolar primario inició con una matrícula de 762.058 alumnos, de los que 642.058 iniciaron o continuaron la enseñanza primaria en las escuelas públicas, mientras que 120.000 lo hicieron en las escuelas privadas.

Y aunque no era suficiente para las muchas dificultades por solucionar en una República que para esa fecha apenas tenía cincuenta años de existencia, el presupuesto del Ministerio de Educación en 1958 fue de 74.177 080 pesos cubanos de antaño, equivalentes a dólares estadounidenses, que al cambio oficial de hoy y sólo a 25 pesos cubanos devaluados por dólar americano, serían algo así como… 1.854.427.000.

Pero de eso hace 66 años, y cuando una parte importante de las escuelas cubanas -e importante más por su calidad docente que por su cantidad- no dependían del presupuesto del Estado porque como instituciones privadas se financiaban a sí mismas.

El financiamiento del Estado

Y así funcionó la enseñanza en Cuba, desde las escuelas primarias hasta las universidades: de forma pública, financiada por el Estado a cuenta de los contribuyentes; y de madera privada, a cuenta de particulares, gremios, instituciones comerciales, religiosos u otros.

Y puede decirse que, incluso no siendo perfecta -rara condición humana- el sistema de educación pública y privada fue eficiente a juzgar por los altos estándares de los profesionales que formó, pero sobre todo, por los valores cívicos, morales, de laboriosidad y honradez que el magisterio en la Isla inspiró a sus discípulos, lo que salvo pocas excepciones ya fuera en la clase política, militar, policial, empresarial o marginal, llevó a los cubanos en su país o errantes por el mundo a comportarse con honradez y dignidad, aun sufriendo pobreza extrema.

Las tempestades…

Pero el 6 de junio de 1961 -recién se cumplieron 63 años-, el régimen castrista, todavía totalitario en ciernes, promulgó la “Ley de nacionalización de la enseñanza”, alegando que en “muchos centros educacionales privados” y muy especialmente en los operados por “órdenes religiosas católicas”, sus directores y profesores habían venido realizando una “activa labor de propaganda contrarrevolucionaria”, según decía la ley, con “gran perjuicio para la formación intelectual, moral y política de los niños y adolescentes”.

Y, con tal veredicto gubernamental sobre las escuelas privadas y sus claustros de profesores y de dirección, criminalizándolos cuales “contrarrevolucionarios”, fue promulgada la “Ley de nacionalización de la enseñanza”, del 6 de junio de 1961, que en el artículo 2 escribió: “Se dispone la nacionalización y por consiguiente se adjudican a favor del Estado cubano, todos los centros de enseñanza que a la promulgación de esta Ley sean operados por personas naturales o jurídicas privadas, así como la totalidad de los bienes, derechos y acciones que integran los patrimonios de los citados centros”.

Huelga decir que, para cuando comenzó el curso escolar en septiembre de 1961, ya no había escuelas privadas en Cuba pues, según el por entonces primer ministro Fidel Castro y sus seguidores y vividores, la enseñanza privada era de un “gran perjuicio para la formación intelectual, moral y política de los niños y adolescentes”, cuando en realidad, era todo lo opuesto: las escuelas privadas cubanas y desde las más humildes, esas que funcionaron en casas de familias, hasta las más encumbradas en La Habana o las capitales de provincias, fueron centros de fomento intelectual, moral y cívico en la niñez, la adolescencia y la juventud, encauzando un pensamiento político pluralista.

El sistema de enseñanza

Y fue por esa misma razón, la de ser las escuelas privadas entes para la formación de pensamiento libre, lo que las hizo enemigas de un régimen que se había propuesto no sólo la administración del Estado, sino también el control político de toda la sociedad, lo que conllevaba el reduccionismo de la historia, partiendo del mismo concepto de República, tildando el período del 20 de mayo de 1902 y hasta el 31 de enero de 1958 de “república mediatizada”, para así glorificar con el pomposo nombre de “Revolución”, los largos años de calvario que han sido para los cubanos desde el 1ro de enero de 1959 y hasta el día de hoy.

Pero esa reescritura de la historia no era posible con un sistema de enseñanza mixta, pública y privada, donde aunque siguiendo unos objetivos de estudios nacionales, cada escuela e incluso cada profesor tenía una metodología, y un liderazgo muy personal que influía de manera particular en los estudiantes, ya fuere en una escuela primaria o en una cátedra de enseñanza superior. Y eso conllevó a que el régimen totalitario todavía en embrión pero con propósitos tiránicos bien definidos, no sólo expropiara los colegios privados, sino también anulara títulos universitarios en ellos obtenidos.

Llevará años de investigaciones históricas, sociológicas y jurídicas esclarecer en todas sus dimensiones el daño que hizo a la nación cubana la castración de su sistema de enseñanza emancipador, civilizado y que no nació con la República el 20 de mayo de 1902, sino que se remonta a la época del colonialismo español, cuando los padres fundadores -Céspedes, Agramonte y Martí por sólo citar a tres prohombres- tuvieron las libertades de educación que el castrocomunismo ha negado a los cubanos por más de medio siglo.

Respondiendo a las interrogantes planteadas al inicio, ciertamente, sin educación sino dogmatizados por un Estado totalitario comunista, bestial, a la vuelta de poco más de medio siglo, la nación cubana ha degenerado del pueblo culto y laborioso que fuimos al montón de gentes crueles, inhumanas, perversas, insensibles y brutas que somos y reflejan nuestro comportamiento incivil y nuestra criminalidad. Y ese recuento de sangre, sudor, lágrimas, rejas o diásporas tiene un nombre: bestiario.



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