‘Aquí nunca hay mejoría, todo es desgracia’

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LA HABANA, Cuba. – “Con este sistema nunca estuvimos bien. Siempre hubo escasez, pero ahora estamos muy mal. Un plátano cuesta 80 pesos, una libra de arroz 300 y un litro de leche 70. Conozco mucha gente que está pasando hambre. Aquí hay que darse cuatro tragos de warfarina [bebida alcohólica casera] para vivir contento”, dice a CubaNet Rosell Peña Tamaño, un holguinero de 87 años.

Todo lo que tiene el anciano se lo han regalado. Los collares los lleva como amuletos “para la salud y para que las desgracias sean menos”, dice.

Su pensión de 1.578 mensuales no satisface sus necesidades básicas. Por eso, diariamente, con sus bolsos a cuestas, una latica metálica y un pomo plástico que encontró tirado en la basura, va de puerta en puerta por el centro de la ciudad de Holguín, pidiendo limosna, agua y comida. 

Rosell Peña Tamaño
Rosell Peña Tamaño (Foto: CubaNet)

“¿Tienes cinco pesos o un poquito de azúcar que me regales? Tengo una hipoglucemia que me voy de cabeza. No he comido y estoy buscando un pedacito de pan o algo”, dice el anciano cuando le abren la puerta.

Pero poco o nada le pueden brindar. La carencia de los productos más básicos se ha agudizado en toda la Isla. 

“Solo tengo agua”, responde un hombre. Peña Tamaño le da el pomo plástico. Al poco tiempo el buen samaritano regresa con el pomo lleno. El señor da las gracias y sacia la sed.

El anciano cambia diariamente su itinerario en busca de personas que le tiendan la mano. Hoy recorre la calle Garayalde. 

Rosell Peña Tamaño (Foto: CubaNet)

En el centro de la ciudad y en los parques tiene menos posibilidades: hay muchos mendigos que viven de la caridad. “No todos me ayudan, pero siempre hay una persona buena que algo me da”, dice.

No ha sido un día bueno para el señor: pasadas las 2:00 de la tarde no ha probado un bocado. “No tenemos nada” ha sido la respuesta repetida a su solicitud de ayuda.

La larga caminata y el hambre han hecho mella en el anciano, que decide tomar un descanso y se sienta en un escalón que da entrada a una casa. Pone los bolsos a su lado y recuesta la espalda a la puerta. “Aumentaron el sueldo por gusto. Con 1.000 pesos se compra muy poco. Aquí nunca hay mejoría, todo es desgracia”, dice indignado.

En 1959, Peña Tamaño tenía 23 años. Vivió el capitalismo y ahora compara los dos sistemas. “El capitalismo es mejor que el comunismo. A mí nadie me puede hacer un cuento. En el capitalismo hay abundancia. Yo trabajaba en una tienda y con mi salario compraba de todo, no me faltaba nada”, recuerda.

“El comunismo es lo peor que ha pasado en Cuba, es peor que el Gobierno de Machado”, enfatiza.

“Ahora nos estamos muriendo de hambre. Un cartón de huevo cuesta 1.500, a 50 pesos el huevo. Todo muy caro, hay que tener miles de pesos para vivir. El pueblo está pasando mucha hambre. Yo estoy ‘luchando’ en la calle, de puerta en puerta”.

Tras un breve descanso se levanta y decide continuar. “Quisiera seguir sentado, pero tengo hambre”, dice mientras ensarta los bolsos en un palo que carga sobre el hombro derecho.

Emprende el trayecto y en la próxima cuadra, después de varios toques en diferentes puertas, encuentra la casa “correcta”. Una señora, a través de las rejas de la ventana, lo saluda y atiende su pedido. Le da un poquito de potaje que ha echado en un vasito plástico desechable. “Puedes quedarte con el vaso”, le dice amablemente la señora cuando se percata que el anciano intenta echar el potaje en una latica metálica que lleva consigo. 

“Gracias y que Dios se lo pague”, responde el señor.

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