Promesas que nunca llegan a beneficiar al cubano de a pie


LA HABANA, Cuba. – Los gobernantes cubanos suelen exigirle sacrificios a la ciudadanía con el pretexto de que tal desprendimiento va a redundar en un mejor futuro para la población. Pudiera tratarse de renunciar al consumo de determinado artículo que se destine a la exportación, o de excluir a los habitantes de la Isla del disfrute de ciertas instalaciones. Sin embargo, todo queda en el capítulo de las promesas que nunca llegan a beneficiar al cubano de a pie. 

Comencemos a hablar del famoso apartheid turístico que tuvo su momento culminante durante las décadas del 70 y el 80. Aun recibiendo la “tubería soviética” que mantenía a flote a la ineficiente economía cubana, la obsesión del castrismo por los dólares llevó a la clase gobernante a prohibir el acceso a los hoteles a los cubanos de la Isla. 

Solo quedaba un mínimo espacio para las parejas que se casaban, a las que se les otorgaban tres días de estancia en un hotel por concepto de luna de miel. Y aun en esos casos, los recién casados muchas veces recibían un papel por debajo de la puerta de su habitación que les comunicaba que debían abandonar la instalación debido a la llegada de alguna delegación extranjera. Claro, la justificación de tan humillante actuar era la “necesidad” de divisas para el desarrollo económico del país. Desarrollo que jamás vio la población cubana. 

Más para acá en el tiempo tenemos el establecimiento de las tiendas que ofertan en moneda libremente convertible (MLC). Gran conmoción ocasionó en la Isla el surgimiento de estas tiendas, donde se venden artículos de primera necesidad que no están al alcance de las personas que no posean una tarjeta magnética con saldo en dólares o euros. Una auténtica estratificación de la sociedad.

El pretexto de tan tremebunda medida era que con los ingresos que reportaran las tiendas en MLC se contribuiría a abastecer las tiendas en moneda nacional, adonde puede acudir la población que no tiene acceso a las codiciadas monedas foráneas. Mas, la realidad indica que estas tiendas continúan desabastecidas, con un racionamiento que no cubre la demanda de la población.  

En este contexto se acaba de dar a conocer el surgimiento de una empresa filial en la provincia de las Tunas, denominada Empresa Filial Integral de Alimentos Sur IntAl-Sur, que en alianza con una entidad extranjera producirá diferentes formatos de pan ―un producto tan deficitario hoy en el país―, dulces, conservas, jugos y salsa mayonesa. Como complemento, habrá entrega de los productos a domicilio. 

Todo muy bien, pero… los pagos serán desde el exterior. Es decir, que quien no posea un familiar allende los mares que financie la compra, tendrá que seguir consumiendo los panes ácidos de la libreta de racionamiento, o esperar porque se materialicen los panes de yuca que recomienda Frei Betto.     

Dejemos que un funcionario de la citada empresa filial exprese la justificación ante tamaño apartheid en el consumo: “En esta primera etapa no vamos a poder incorporar la venta a la población por los canales normales, y lo que necesitamos que la población entienda es que los ingresos en divisas que vamos a obtener por esta vía, los vamos a emplear en la compra de materias primas para hacerlas llegar hasta todos nuestros centros productivos”.

Se pide, una vez más, que la población entienda los motivos de esta nueva exclusión a que se le somete. Pero la gente ya está cansada de tanto discurso estéril. El momento no es de hacer entender, sino de acabar de ver la materialización de tantas promesas.  

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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