Las contradicciones de la Comisión Aponte


LA HABANA, Cuba. — José Antonio Aponte Ulabarra, un negro criollo, carpintero, tallador, ebanista,  líder de la primera conspiración de carácter nacional contra la dominación española, fue ahorcado el 9 de abril de 1812.

Aponte, como José Martí, no pudo prever que su nombre sería asociado, de manera pedestre y vulgar, a la defensa de un régimen y una ideología que son totalmente ajenos a su visión del mundo.

La Comisión Aponte de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), más que para homenajear a ese gran hombre del siglo XIX, fue creada como una maniobra del gobierno y la policía política para, a través de los intelectuales afines, dar respuesta a las demandas que hacía desde la década de 1990 el opositor Comité de Integración Racial (CIR), que entonces lideraba el profesor José Idelfonso Vélez.

Desde su nacimiento, la Comisión Aponte se lanzó a arrebatar a la sociedad civil el tema de la defensa de los derechos de los afrodescendientes. Y es que las organizaciones que el régimen castrista llama “sociedad civil”, falsearias y prostibularias, simultáneamente le sirven de balón de oxígeno y bolsa de colostomía.

Pudibundos, previa autorización, un grupo de intelectuales oficialistas presentaron ante la UNEAC el tema de la discriminación racial en 1997. Luego, debieron esperar doce años, hasta 2009, para poder fundar la Comisión Aponte, y diez años más, hasta 2019, para que naciera el Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación, cuya comisión gubernamental encabeza el mandatario Miguel Díaz-Canel.

Promotora de una imagen folclorista de la identidad afrocubana, que complace a la élite gobernante blanca y al turismo europeo, la Comisión Aponte avanza sin prisa y con bastante pausa. Los firmes arreos con que la lleva el Partido Comunista le impiden libertad y profundidad de gestión, pues ya se sabe que una cosa quiere el mulo y otra el arriero.

El Presidente de la Comisión Aponte es el periodista Pedro de la Hoz, tan puesto a dedo como el propio Díaz-Canel.

Pedro de la Hoz y sus vices, Martha Bonet y Rolando Resoli, ensalzan la figura de los dictadores comunistas, mientras atacan a las organizaciones antirracistas de la oposición democrática y ocultan el Programa de la Comisión Aponte un año después de ser aprobado.

Como reza el refrán, no hay peor ciego que el que no quiere ver. Los integrantes de la Comisión Aponte no les piden a los comisarios comunistas que se disculpen por tanta discriminación velada o visible, entre las que se destaca la destrucción de Ediciones El Puente y el movimiento literario de vanguardia que promovió, integrado principalmente por escritores negros (Georgina Herrera, Manuel Granados, Nancy Morejón, Gerardo Fulleda, entre otros) y todas las represalias que sufrió el director de la editorial, el poeta José Mario Rodríguez, por el simple hecho de ser homosexual.

Eso sí, la Comisión Aponte se propone rendir homenaje a unos abakuás que supuestamente, en noviembre de 1871, intentaron impedir el fusilamiento los siete estudiantes de medicina. A la Comisión no le importa que no se conozcan los nombres de aquellos abakuás y que el hecho no esté registrado en los periódicos de la época, por lo que existen dudas sobre su veracidad.

Poco falta para que la Comisión Aponte quiera poner una tarja ante el monumento del presidente José Miguel Gómez, bajo cuyo gobierno, en 1912, ocurrió la masacre de los Independientes de Color.

La Comisión Aponte promueve el emprendimiento Bárbara’s Power,  primera marca de ropa afro en Cuba que asume el activismo feminista y racial, además de la Red Barrial Afrodescendiente, la Red de Mujeres Afrodescendientes, y el proyecto socio-jurídico-cultural Alianza de Unidad Racial.

Aunque en el alto mando de la UNEAC solo hay un afrodescendiente, y entre sus presidentes también solo uno, la Comisión Aponte se la pasa criticando cuanto problema racista hay en este mundo, mientras oculta los nuestros, los de Cuba, que no son menos.

La represión contra las organizaciones de la sociedad civil —la independiente, la verdadera— que combaten el racismo es permitida por la Comisión Aponte. Porque si eres de la sociedad civil irredenta, entonces ahí la caña toca a tres trozos.

Ya se lo advirtió la Seguridad del Estado a José Antonio Madrazo Luna y los jóvenes del Comité de Integración Racial (CIR) que sucedieron al profesor Vélez al frente de la organización: “El tema del racismo y la discriminación racial no es asunto de la oposición”.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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