la combatiente cubana que desafió los estándares


AREQUIPA, Perú – En el escenario posbélico de Cuba a finales de los años 90 del siglo XIX, una figura singular capturó la atención del general en jefe Máximo Gómez en la Quinta de los Molinos. Aquella mujer luchadora, de unos cuarenta años, no destacaba por su belleza convencional, pero irradiaba un atractivo innegable. Llevaba con orgullo las insignias de una capitana del Ejército Libertador.

Se trataba de Adela Azcuy, una excepcional mujer cuyo coraje y dedicación la convirtieron en una de las heroínas menos reconocidas pero más destacadas de la Guerra de Independencia cubana.

El papel de las féminas de la Isla en la lucha por la independencia fue multifacético, pero Adela Azcuy se destacó no solo por su valentía en el campo de batalla sino también por desafiar las normas establecidas de la época. En una era donde la participación militar activa estaba prohibida para las mujeres, Adela se adelantó a su tiempo al insistir en unirse a las filas del Ejército Libertador como soldado de combate.

El año 1896 marcó un hito cuando Adela, al mando de un destacamento de 12 hombres, se unió a la tropa volante de Miguel Lores. Su solicitud inicial de participar en combate directo fue rechazada por las regulaciones militares vigentes, pero su tenacidad y vehemencia ganaron la simpatía de sus compañeros y líderes.

A pesar de las restricciones, Adela fue incorporada al Servicio Sanitario y, tres semanas después, ascendió a subteniente de Sanidad. Sin embargo, esto no la detuvo en su empeño por unirse al frente de batalla.

Su participación activa al lado de figuras destacadas como Antonio Maceo la llevó a enfrentarse en feroces combates como Loma Blanca, El Guao, Loma Pañuela, Montezuelo y Cacarajícara.

El coraje por el que fue reconocida la llevó incluso a actuar como tiradora en la línea de fuego y como soldado de caballería en cargas al machete. Adela Azcuy demostró entonces que la valentía y la capacidad militar no conocen género ni límites.

La vida personal de Adela también fue una historia de determinación y cambio. Después de enviudar de su primer esposo, un farmacéutico camagüeyano con ideas separatistas, Adela se casó con un español con opiniones opuestas sobre la independencia de Cuba.

La convivencia pacífica se desmoronó cuando cada uno reveló sus verdaderas convicciones, y la separación se volvió inevitable. Adela eligió unirse a la lucha independentista, mientras que su esposo optó por alistarse en el Ejército colonial.

Aunque Adela Azcuy se destacó entre las mujeres combatientes, es importante recordar que otras heroínas como Isabel Rubio, Magdalena Peñarredonda y Mercedes Sirvén también dejaron su huella en la historia de la independencia cubana. A pesar de sus sacrificios y hazañas, muchas de estas mujeres fueron relegadas al olvido y la miseria en la República que emergió en 1902.

La contribución de Adela Azcuy y sus compañeras de armas merece un reconocimiento perdurable. Su actitud desafiante, su compromiso con la causa de Cuba Libre y su papel pionero en la lucha por la igualdad de género en el ámbito militar las convierten en símbolos imperecederos de la resistencia cubana y la emancipación femenina.

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