El murcilago, de Johann Strauss, en el Teatro Real: diversin sin nostalgia


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La soprano Jacquelyn Stucker durante la puesta en escena de la opereta 'El murci
La soprano Jacquelyn Stucker durante la puesta en escena de la opereta ‘El murcilago’.Javier del RealEFE

El Teatro Real celebra el puente de la Constitucin con la versin concierto escenificada de El murcilago, una obra supuestamente navidea, nacida en una poca convencida de que venimos al mundo a pasarlo bien. Se llam opereta, un diminutivo que se apartaba de la solemnidad del trmino pera para tomarse a s mismo en broma, solo la msica importaba. Una msica pletrica de inventiva, de ritmo, de vocacin bailable; una msica atravesada tambin por una extraa abstraccin: valses, polcas y todo lo dems no acaban de resultar alegres, quiz porque la alegra requiere un cierto sosiego, nimo pacfico y aceptacin de una mortalidad que el grupo de burgueses, criadas, el poeta y el carcelero o carcelera se niegan a admitir. Son criaturas atolondradas que no quieren ser felices, sino divertirse.

Una obra tan graciosa, espumosa y jacarandosa exige conviccin, refinamiento, rigurosa seriedad en la ejecucin; ligereza y frivolidad requieren la precisin del bistur que ahonda y disecciona la partitura hasta encontrar el secreto de su belleza, un latido que nada tiene de chabacano ni de simpln. La interpretacin de Les Musiciens du Louvre, dirigidos por Marc Minkovski, y del Cor de Cambra del Palau de la Msica Catalana, dirigido por Xavier Puig, merece el calificativo de ptima. Igualmente, el reparto vocal, estructurado alrededor de la criada Adele, soprano, una arrolladora Alina Wunderlin, y del Prncipe Orlofsky, personaje travestido al que saca todo el partido la soprano Marina Viotti. Adecuadsimos todos los dems, gozando en la recreacin de una humorada de antao; la vieja comedia soporta airosa el embate de una msica de rara filigrana, aunque hoy no sea tan fcil entusiasmarse con unas travesuras inocentemente inmorales tan fcilmente como hace siglo y medio.

El pblico agradeci la diversin retrospectiva. Una oportuna programacin, a cargo de unos intrpretes ideales, que demuestra una vez ms hasta qu punto la Historia de la pera es capaz de ofrecer grandes placeres, llmese diversin, alegra, o, simplemente, 140 minutos de un entretenimiento de la mejor ley





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