el accidente de Ramiro Valdés


LAS TUNAS, Cuba. — Leí con interés —sí, detenidamente, por lo que el suceso políticamente entraña— lo publicado en este sitio sobre el accidente de tránsito en que se vio involucrado el comandante Ramiro Valdés Menéndez, más recordado por sus dos etapas como ministro del Interior que por todos los cargos que ha ocupado después.

Primero, como ministro fundador del Ministerio del Interior (MININT), Ramiro Valdés se dedicó a perseguir con ahínco en los convulsos años sesenta —de guerra civil en toda Cuba, y no sólo en las montañas del Escambray— a sus excompañeros, otrora luchadores contra la dictadura de Batista opuestos al castrocomunismo, y me refiero, por sólo citar dos ejemplos, a los comandantes Huber Matos y Sorí Marín. Luego, dirigió Valdés acciones de exportación de la llamada “revolución cubana” a países latinoamericanos y africanos. Décadas después, Fidel Castro, que llamaba a Valdés Menéndez “Ramirito”, lo devolvió al ámbito inquisitorial del MININT, como el husmeador que ha sido siempre.

Luego de leer la noticia de que una motocicleta eléctrica impactó el automóvil en que viajaba el comandante Ramiro Valdés, me pregunté: ¿A tal grado ha llegado la inseguridad vial y ciudadana en Cuba? ¿Será que también se está derrumbando la seguridad personal de los jerarcas?

Hago estas preguntas porque, como bien se sabe, aunque un policía de tráfico no sea prevenido del paso de una comitiva oficial o de una persona con necesidad de seguridad vial, los automóviles de ciertas élites políticas tienen derecho de vía preferente que, incluso, por medios técnicos, activan sus escoltas dándose prioridad en la vía ellos mismos. Otra cosa es que se viole el derecho de vía, como se viola en Cuba a cada instante, provocando decenas de accidentes con personas lesionadas, fallecidos y cuantiosos daños materiales.

Y, concerniente al comandante Ramiro Valdés, al que sus adversarios planificaron atentados reales, no escénicos, como muchos atribuidos contra Fidel Castro, debe decirse a los que no conocen el dato o lo olvidaron, que hubo momentos en los que el entonces ministro del Interior contó con una seguridad personal mucho mayor que las que poseían los hermanos Fidel y Raúl Castro, con todo y los muchos atentados que ellos dicen les planificaron, lo que, desde el punto de vista práctico, ya dice mucho del celo con el que el régimen cuidó de la vida de esta persona, cuyo automóvil fue impactado por una motocicleta la semana pasada, porque, según dicen, el semáforo estaba con luz verde (¿alguien olvidó ponerlo en rojo?).

Pese a sus cargos rimbombantes y una dictadura abusiva de un pueblo mitad arribista y mitad abúlico, políticamente, son seres anodinos Miguel Díaz-Canel, Manuel Marrero, sus ministros y generales, y no creo que, en su sano juicio, nadie organice un atentado contra ninguno de ellos, y no porque vayan enchapados en guardaespaldas y correveidiles, sino porque no son momentos de tomar la justicia por su mano, como tampoco lo son de olvidos, pero tampoco creo, por lo nonagenario que ya es, que ningún nieto o bisnieto de un fusilado, acusado y sancionado sin debido proceso, ni ningún familiar de los miles de presos políticos, ni ninguna organización anticastrista, pretenda retomar los planes de atentar contra la vida de Ramiro Valdés.

Pero sí creo, ¡cómo no!, que por estar la sociedad cubana tan ocupada en irse de Cuba o de conseguir el sustento, presta poca o ninguna atención a su alrededor, incluso cuando las personas conducen vehículos, y del mismo modo que el Mercedes Benz de Ramiro Valdés fue impactado por una moto eléctrica, los autos de Díaz-Canel, Marrero Cruz y cohorte pueden ser aplastados por compañeros de viaje en reversa. Como casi todo va en Cuba desde hace más de medio siglo: de marcha atrás, como el cangrejo.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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