Carlo Padial: “Hemos pasado de un internet de las ideas a la cultura influencer, de personalidades extremas”


Antes de los vdeos de gatitos, de que los cuaos descubrieran el Bitcoin, de asistir a la muerte de Twitter o de las cinco recetas sencillas y saludables en menos de 15 segundos… Internet era un lugar mejor, era la tierra prometida de los artistas jvenes: un espacio de innovacin y vanguardia donde casi cualquier narrativa era posible.

TikTok no exista, y su especfiqusimo algoritmo tampoco. El concepto de lo viral era el mismo para todos: desde el oficinista de la Castellana hasta el ms friki de la clase haban visto decenas de veces el mismo vdeo sobre unos nios denominados swaggers que salan perreando en discotecas de Barcelona, hechos por el director de cine y guionista Carlo Padial (1977). Tampoco se habran perdido su saga de producciones Quiero ser negro donde aparecan chavales blancos contando los demenciales nuevos hbitos que haban adquirido para “parecer ms negros”. Reportajes “locuelos” que slo podan materializarse en la Espaa de las startups del 2013, una que Padial vivi desde dentro como director del Grupo Zeta de Playground, un medio de comunicacin que lo pet y muri con el cambio de medidas de Facebook.

En Contenido (Blackie Books) Padial describe la disparatada realidad que vivieron los medios digitales que imitaban el modelo americano: un batiburrillo de diseadores grficos, poetas, gente con contratos de formacin, colaboradores precarizados… todos aunados en Zenfire, una empresa ficticia que ninguno de los personajes sabe qu hace exactamente. No es informacin, no es arte, no es entretenimiento… Es contenido.

“Una stira de un momento muy raro”, eso es Contenido, cuenta su autor horas antes de presentarlo en la Librera Grant de Madrid. Una novela de auto-ficcin ambientada en Barcelona, epicentro oficial del moderneo y de los eruditos con referencias culturales imposibles. Tambin, urbe donde la totebag es el smbolo identificativo de una generacin que, a duras penas, junta 1.000 euros al mes, comparte piso, pero tiene un mvil chachi. La novela retrata el bum de principios de internet y su declive, acercndose al modelo actual de consumo: “Vivimos en una realidad segmentada”, asume Padial. Su ficcin nace de ese sentimiento de “decepcin y frustracin” por la llegada del mainstream a las redes: “Yo pensaba que Internet era otra cosa”, lamenta.

Su libro aborda un instante clave: la llegada del 4G y la reproduccin de los vdeos en el mvil. “Los nicos que se dieron cuenta de lo brutal del fenmeno fueron los medios digitales”, explica el autor cataln sin jams subir el tono de voz. “Traemos la cultura de las startups de Silicon Valley para intentar hacernos los chulos, pero copiamos slo lo superficial: no tenamos inversin alguna, ni desarrollo ni formacin… Simplemente era guay”, cuenta.

Contenido dedica un captulo entero a la ciencia de los titulares que, en lugar de replicar el modelo tradicional, estaba fundamentalmente basada en detectar emociones. “Ellos descubrieron que en la cultura online nos relacionamos afectivamente“, recuerda Padial sentado en el hall de un hotel del centro de Madrid. Indignacin, empoderamiento, humor… slo 10 o 12 encajaban en ese complicado cuadro de audiencias hecho a base de prueba y error: “Hago la broma de que parecan cientficos intentando buscar la cura del cncer en torno al algoritmo de Facebook”, re.

Barcelona se convierte en el espacio ideal para hacer una stira de este tipo. All donde conviven distintas revistas independientes, las tertulias poticas y lo que Padial describe como el “baile de los ojos locos”, donde se mira con recelo el xito ajeno. Ese espacio, favorece el humor de esta ciudad que “nace de un complejo de inferioridad porque no acaba de ser Europa, pero tampoco quiere ser Espaa: la sensacin que subyace es la de permanente de derrota por algo”, explica.

En su seno crean de verdad en la creatividad. El panorama que le ha sucedido es de personalidades extremas y sociopticas que se hacen llamar ‘influencers’

Padial, que vena de ser guionista de televisin, compara la Espaa del 2013 con El seor de las moscas (1954), ambas vistas como simulaciones donde se ensayaba una sociedad que acabara mal. “Hubo una especie de salvaje oeste digital: podas morir de un tiro o acabar de sheriff“. Y, a pesar de que, por un tiempo imperaba la sensacin de que “todo era posible”, se acab imponiendo lo que Padial denomina la “cultura del pelotazo”. “La nica que hay: intentar petarlo cuanto antes, ganar mucho dinero y luego desaparecer”.

Empezaron en un cuchitril, se mudaron a una mega-redaccin y, despus de tres aos de despilfarre, comenz la decadencia a causa del mrketing digital: videollamadas aleatorias con gente a la que jams volveras a ver, conversaciones sin ningn sentido… “Con la llegada del branded-content, Facebook y sus maniobras de control, se fue configurando el mundo en el que finalmente nos hemos quedado: uno en el que ests un poco acojonado e inmovilizado creativamente”, asume el autor barcelons.

“Pasas de un internet de las ideas a un internet polarizado, de las personalidades extremas”, reflexiona Padial. El autor adelanta que las prcticas de Zenfire, su medio ficticio, estaban construyendo (en parte) lo que despus acabara siendo la cultura influencer. “Nos podemos rer lo que queramos de BuzzFeed, Vice o PlayGround porque tenan un componente muy naf, catico y un poco estpido a ratos, pero tambin creativo”, dice sobre el Internet de los 2000. “Era gente que, en su seno, crea de verdad en la creatividad, mientras que el panorama que le ha sucedido es de personalidades extremas y sociopticas que se hacen llamar influencers“.

El relato en primera persona, la experimentacin o la hibridacin de gneros fueron inventos que trajo consigo la web 2.0, cuando el algoritmo te enseaba casi cualquier cosa que rulara por la red. En cambio, actualmente, Padial se lamenta de que la mayor parte de los pdcast ms escuchados de Espaa son programas de radio tradicionales en diferido. “El mundo del pdcast no es eso”, dice. “Es gente que est en el garaje de su casa y proponen una alternativa al mainstream. Ahora el xito es hacer un documental de Georgina, pero eso no es nada. Hemos dado una vuelta largusima para reinventar la radio y la tele. Mi libro surge de esa rabieta”.

Nos hemos acostumbrado a un mundo que no funciona y lo hemos normalizado. Vivimos una distopa funcional

A travs de Moiss, el protagonista que se introduce en esta especie de secta dedicada a los contenidos, la novela se va complejizando hasta casi alcanzar el modelo actual, pero la precariedad prevalece como hilo conductor. “Tu ordenador es muy guay, yo llevo un iPhone y t tambin. Pero todo est fatal: estamos desquiciados, no sabemos dnde vamos a estar el ao viene, no podemos permitirnos vivir solos. Nos hemos acostumbrado a un mundo que no funciona y lo hemos normalizado. Vivimos una distopa funcional. No funciona nada pero aqu estamos”.

El contenido, que empez siendo algo que nadie saba lo que era, hoy est a la orden del da. Al igual que ocurra en Roma con el famoso mito del ‘pan y circo’: se desva la atencin de los temas importantes mientras no falten la comida y el entretenimiento, Padial concluye que, a da de hoy, “el pan son los nuggets y el circo, los contenidos”.





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