Carlos y Daria comienzan nueva vida en Brasil


“Hemos decidido seguir nuestro camino e irnos de Trinidad y Tobago”, escribió Carlos Jiménez en un mensaje por WhatsApp hace poco más de dos semanas.

Con el corazón cargado de sueños y la valentía como guía, la pareja compuesta por el cubano de 28 años y Daria, ciudadana rusa, de 22, se lanzó a una travesía llena de incertidumbre.

La perseverancia y la ayuda de cubanos, de esos que dan sin esperar nada a cambio, hicieron posible que el pasado día 28 llegaran a Brasil por carretera procedentes de Guyana. Hoy se encuentran en la localidad de Boa Vista, la capital del estado de Roraima, que también limita con Venezuela.

“Toda esa jungla no ha sido fácil, pero sin ese gran miedo a la deportación como el que tuvimos todo el tiempo en Trinidad y Tobago. No nos pueden mandar a ningún lado”, dijo Carlos que asegura que “la transición ha sido un cambio necesario”.

Además, recordó que el gobierno de Brasil concede al refugiado, o a los aspirantes a esa protección, ayuda financiera y derecho al sistema de salud pública.

“Tenemos planes de seguir adelante. En este pueblo no hay empleo, es una localidad fronteriza por donde pasan todos los que vienen de Guyana y de Venezuela, y es como un punto medio, un punto temporal. Los migrantes se van de aquí a otras ciudades, incluso a otros países”, explicó.

Daria jamás imaginó que en tan poco tiempo iba a transitar por cinco países.

“Yo pienso que ya es el final, que es el paso final. Hay que reunir fuerzas y dar el impulso hacia el destino y así el infierno acaba. Creo que hemos encontrado el lugar donde deseamos quedarnos”, dijo la joven.

En su natal Rusia, Daria se sumó a las huestes opositoras que desafiaron en las calles al Kremlin y sus políticas en contra de los derechos de la mujer y a favor de la violencia doméstica.

“Creo que lo más importante es no rendirse. Cuando crees que no hay fuerzas, que no puedes más, hay que continuar, seguir hasta el final. No sabemos cuándo llega el final, hoy, mañana, dentro de un mes o de un año… Lo principal es no rendirse y controlar tu propia vida”, acotó.

Guyana, entre traficantes de personas y delincuentes callejeros

En Guyana las experiencias fueron terribles. Una banda de traficantes trató de literalmente venderlos. Los ocupantes de una motocicleta en marcha intentaron arrebatarle a Carlos un bolso y el joven resultó lesionado por una caída sobre el pavimento.

No tuvieron éxito las visitas en busca de socorro a varias embajadas, incluidas las de Canadá y Estados Unidos.

Fue el Ministerio del Interior de Guyana la entidad que los ayudó. Las autoridades conocían de las actividades delictivas de los traficantes, asesinos identificados, y concedieron a la pareja un permiso de tránsito hasta la frontera con Brasil.

“Un viaje de muchas horas en un minibús, parte a pie y otra, vamos a decir, en una embarcación, más bien una tabla sobre un río”, dijo Carlos.

Habían llegado en abril a Trinidad y Tobado con el alma llena de esperanzas en busca de protección. Con ese fin, acudieron a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en la capital, Puerto España, que semanas después les concedió la categoría de solicitante de refugio.

La ayuda de ACNUR era poca e intermitente en un país que carece de ley de asilo. De ahí que los solicitantes de refugio no tienen derecho a trabajar y los comerciantes o dueños de negocios que los emplean pueden ser multados y procesados judicialmente.

En Puerto España, la demora y el retraso del proceso para obtener protección plena y el reasentamiento los sumió en la incertidumbre. A esto se suma que en dos ocasiones fueron asaltados.

“Hasta el último momento no estaba seguro de que se iba a lograr. La salud de Daria empeoró y no me pude permitir esperar más por ACNUR”, dijo Carlos.

Para la pareja, Trinidad y Tobago fue una decepción absoluta, pues según dijeron, la influencia de la dictadura cubana es enorme en el país suramericano.“De allí logramos salir vía aérea a Guyana justo el día antes de que se nos venciera la estancia de libre visado y estuviéramos expuesto a la deportación”, comentó el joven.

En reiteradas ocasiones el matrimonio denunció que ACNUR no hizo nada para regularizar su estatus migratorio.

“Hay al menos 200 refugiados y solicitantes de asilo arrestados para ser deportados, lo que viola sus derechos humanos y el principio de “non-refoulement” (prohibición de expulsión del país) que establece los convenios de la ONU sobre los refugiados, pero a nadie parece importar eso”, indicó.

Brasil abre las puertas a la seguridad y la esperanza

A su ingreso a Brasil, Carlos y Daria han conocido el respeto de los más básicos derechos humanos, algo que anhelaban desde hace mucho tiempo.

“Brasil te da permiso de trabajo y te puedes naturalizar entre 1 y 4 años. Hay mejores condiciones. En Trinidad nos iban a deportar y Guyana es muy peligroso. Si en Brasil se puede vivir, aquí nos quedamos”, apuntó Carlos.

No hubiera sido posible llegar a Brasil sin la ayuda de muchas personas, algunas desconocidas, que les enviaron el dinero que pudieron. Así se alimentaron y cubrieron las necesidades del viaje irregular.

“Hemos recibido ayuda y estamos muy agradecidos por ello. Gracias a esa ayuda hemos llegado tan lejos y así, finalmente, llegaremos al final de nuestra historia”, dijo esperanzado el muchacho, que habla perfectamente ruso e inglés.

“No tenía idea que la emigración iba a ser tan compleja”

El matrimonio vivía en Kushelevskaya Doroga, San Petersburgo, pero militares rusos amenazaron con reclutar a Carlos y enviarlo al frente en Ucrania.

Ante esa situación, en octubre pasado, se fue a Cuba a casa de los padres del joven, en La Villa Panamericana, en La Habana.

Tras cruzar las fronteras de cinco países, la pareja cubano rusa espera asentarse en Brasil, donde han recibido refugio.

Tras cruzar las fronteras de cinco países, la pareja cubano rusa espera asentarse en Brasil, donde han recibido refugio.

Desavenencias familiares hicieron que el padre de Carlos, un ex diplomático, formulara una denuncia a la Dirección de Identificación, Inmigración y Extranjería (DIIE), lo que provocó que fueran amenazados y acosados por funcionarios del ente gubernamental y la Seguridad del Estado, al punto de que Daria fue declarada controlada con expediente abierto y obligada a abandonar Cuba.

“Honestamente no tenía idea que la emigración iba a ser tan compleja. Pensaba que las personas emigraban de un país a otro y se acababan los sufrimientos. Pero resulta que, para encontrar a tu familia, un lugar en el mundo hay que pasar por muchos lugares difíciles. No es montarse en un avión e irse al país donde vas a vivir el resto de tu vida”, dijo Daria.

Tomaron un vuelo con destino a Granada con escala en Trinidad y Tobago, donde se quedaron porque en ese país radica la sede de ACNUR para la región.

“Mis padres no me han contactado, ni siquiera, que yo sepa, han hecho el intento”, confesó Carlos.

No por mucho tiempo la pareja planea permanecer en Boa Vista, pero no hay duda de que han encontrado un nuevo hogar en Brasil.

Carlos y Daria pronto llegarán a Sao Paolo, Brasilia o Rio, una de las grandes ciudades brasileñas, donde sus sueños pueden florecer, al menos así lo esperan.

“Quisiera decir que sí, que la odisea terminó, pero cuando sepamos el final, cuando lleguemos a nuestra meta. Ningún ser humano debería pasar por lo que hemos pasado”, concluyó Carlos.



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