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LA HABANA, Cuba. \u2013 Hace apenas una d\u00e9cada, posiblemente menos, algunos llegaron a llamarlo la \u201cPeque\u00f1a Italia\u201d de La Habana<\/a>. Miles de italianos, la mayor\u00eda hombres de la tercera edad, arribaron a Guanabo como turistas y algunos hasta terminaron estableci\u00e9ndose; incluso se animaron a abrir \u2014muchas veces mediante testaferros\u2014 negocios de renta de casas, bares y restaurantes, por las \u201cbondades\u201d de una localidad alejada del centro de la urbe pero muy cercana al sol y las playas, pero sobre todo a las \u201cjineteras\u201d y \u201cjineteros\u201d que les hac\u00edan las vidas m\u00e1s \u201centretenidas\u201d, a ellos que poco pod\u00edan hacer con sus pensiones all\u00e1 en Europa pero que, en cambio, les rend\u00edan como una fortuna aqu\u00ed donde pagar en euros y d\u00f3lares, jam\u00e1s en pesos cubanos, hace la diferencia.<\/p>\n

Tambi\u00e9n los turistas de todas partes vinieron por montones atra\u00eddos por el \u201cproducto estrella\u201d de un pueblecito casi de campo a donde chicos y chicas, sin importar cu\u00e1n alta o baja fuese la temporada, acud\u00edan todo el a\u00f1o a divertirse hasta la madrugada pero tambi\u00e9n a \u201cpescar\u201d a ese \u201cyumita\u201d que sin tantos rodeos, sin demasiadas simulaciones, estaba all\u00ed no para comprobar si el este de La Habana era m\u00e1s lindo que Varadero<\/a>, sino m\u00e1s \u201ccaliente\u201d.<\/p>\n