Una reunión en La Habana y un viaje a Nueva York


LA HABANA, Cuba. – Quizás ha sido por coincidencia pero lo cierto es que durante la reunión del Grupo de los 77 + China en La Habana casi no hubo apagones (al menos en la capital), a pesar del déficit de generación del que no se ha dejado de hablar en la Televisión Cubana desde hace meses. 

También pudo ser casual que justo cuando terminaba el cónclave comenzaran las interrupciones del servicio eléctrico y, además, de los de datos móviles, precisamente mientras Miguel Díaz-Canel abordaba un avión rumbo a Nueva York, en un viaje hacia Estados Unidos que coincidiría con el último en sentido contrario de una aeronave de la aerolínea JetBlue, así como con una nueva ronda de conversaciones sobre asuntos migratorios.

No hubo apagones, estuvo fatal la conexión a internet para algunos usuarios “selectos” de ETECSA y ―es necesario agregar― la gente no pasó por alto el hecho de que tantos invitados extranjeros desayunando, merendando, almorzando y cenando 24 por 24 durante estos días, sin dudas fue la causa de que el cartón de huevos no apareciera en la calle así como, instantánea y misteriosamente, desaparece la droga cada vez que hay grandes eventos políticos en La Habana (si no, recordemos que fue de las cosas que más llamó la atención cuando la visita de Obama en 2016). Aunque también es posible que todo se deba a que, igual de modo enigmático aparecen los miles de autos patrulleros y efectivos de la Policía que jamás están disponibles para detener la oleada de violencia en las calles, los feminicidios, los robos y asaltos a plena luz del día.

Y como la droga y los huevos (y los vendedores ambulantes y carretilleros contra los que fueron con multas abusivas) también como por “milagro” desaparecieron los principales focos de basura que día a día “aportan” a nuestras ciudades y barrios ese peculiar tufo que triste y lamentablemente nos va definiendo como país.

Pero unas horas antes de que comenzaran a arribar los visitantes extranjeros aparecieron los carros de basura y las brigadas de limpieza, así como aparecen los autos patrulleros y las Tropas Especiales, como si de todos estos tuvieran una “reserva especial” solo destinada a momentos así en que hay que echar la basura bajo la alfombra porque viene visita (o cuando quienes viven sumidos en la miseria deciden sublevarse, o al menos protestar bajito, cada cual desde su esquina).

Hay quienes —sabiendo que casi todo lo bueno y lo malo que ha ocurrido al nivel de calle por estos días es resultado de la Cumbre— han hecho sus cálculos de cuánta buena comida y bebida debió importarse y luego servirse en los banquetes, y cuánta podría haber sobrado para más tarde repartírsela entre los propios barrigones, o “filtrarla” en el mercado informal, y hasta en las tiendas en MLC, para recuperar algo de lo gastado.

¿Y cuánto habrá sido el gasto de combustible para moverlos por la ciudad y hasta para llevarlos a la playa a descansar unas horas antes de que volaran a Naciones Unidas? Ya lo sabremos sin necesidad de que nos lo digan. Solo bastará intentar por estos días usar el transporte público o rellenar el auto en la gasolinera sin sobornar al pistero. 

A algún desconocido escuché por ahí sobre su temor a estas reuniones y viajes porque de todos siempre se deriva una racha de escasez peor que la habitual. La gente ha aprendido a relacionar una cosa con la otra, de modo que cuando se anuncia algo así, los que pueden se preparan como si se tratara de un ciclón y acaparan lo que imaginan estará agotado una vez concluyan las “comelatas” que saben se forman donde siempre se forman, a juzgar por las exageradas dimensiones de las barrigas. 

“Hay que aguantarse para lo que viene, y más con este tipo allá por Nueva York, con avioncito nuevo y todo”, ha comentado alguien del barrio, así como se comenta de modo similar en todo el país donde muchos hasta llevan la cuenta de las veces que el “presidente” se ha ido de viaje al exterior desde que le soltaron el cargo, dicen algunos que como “papa caliente” pero, a juzgar por lo bien que se la pasa, debe ser papa, sin dudas que sí, pero frita, saladita y crujiente. 

Lo cierto es que la Cumbre de los 77 + China y el viaje a Nueva York (en otro avión que no ha sido el habitual de Conviasa, sino otro, esta vez de España, cuyo alquiler pudiera estar cercano al medio millón de euros) en medio de esta horrible crisis, nos pueden haber costado caro en gastos de todo tipo, y nos habrá de seguir costando. Ya lo veremos cuando comiencen a llegarnos las facturas bajo las más disímiles formas que sabemos y hasta olemos, sobre todo cuando los basurales se desbordan.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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