LA HABANA, Cuba. – El protagonista de esta historia primero intentó practicar béisbol, pero su delgadez no fue bien recibida por los entrenadores. Así, aventurándose en el fútbol, atletismo y artes marciales, continuó buscando una práctica deportiva que le hiciera sentir pleno. Todo cambiaría en 2014, cuando comenzó a realizar los primeros saltos en parques y otras estructuras de la arquitectura capitalina.
Por aquel entonces desconocía que brincar de un lado a otro era parte de un tipo de deporte extremo. Pasaron cerca de dos años hasta que, mediante un amigo, conoció de un atleta que en La Piragua ejecutaba unas piruetas similares a las que él intentaba, solo que más espectaculares. Aquello que sin saber hacía, se llamaba parkour.
Al día siguiente acudió a calle G y Malecón, a reunirse con pioneros de este deporte en Cuba. Desde ese momento, Noel Alejandro Cruz Rodríguez, de 24 años y conocido como “The Boss” en el mundillo de los practicantes del parkour en la Isla, se dedicó firmemente a la práctica de este deporte extremo. Sin embargo, no todo sería fácil: en busca de aprendizaje y reconocimiento ha experimentado un sinfín de dificultades.
“Aprender saltos básicos fue complicado. Antes no teníamos internet, y apenas había teléfonos para ver videos de parkour y aprender las técnicas. Todo lo que sabemos ha sido gracias a esos videos”, explica el joven.
La falta de instructores y de espacios adecuados para los entrenamientos ha hecho que muchos se lancen a realizar saltos complicados sin la preparación necesaria, aumentando el riesgo de lesiones.
“Mucha gente sufre lesiones graves, en los tobillos, las rodillas; se han roto la clavícula. Yo mismo no puedo realizar algunos movimientos porque tengo un hombro dislocado. Esta es una de las causas por la que muchos dejan de practicar. Por la situación que tiene el país, si te das un golpe no hay para ponerte un yeso o hacerte una operación”, lamentó.
El parkour es una disciplina que se originó en la década de los 80 del pasado siglo, en la ciudad de París, Francia. Consiste en desplazarse con rapidez y eficiencia a través del entorno urbano o natural, superando obstáculos como muros, barandillas y edificios, mediante saltos, escaladas y otras acrobacias. Su práctica, basada en la filosofía de la superación humana, se ha expandido a más de 90 países.
El riesgo y la creatividad en los movimientos de esta disciplina constituyen un electrizante show que atrae la atención de millones de personas en el mundo, a tal punto que la modalidad fue presentada a modo de exhibición, por primera vez, en los Juegos Olímpicos de París 2024.
Según The Boss, en la Isla la mayor comunidad se ubica en La Habana, donde es uno de los principales promotores de actividades que intentan aupar a los practicantes. “Hay más atletas que antes, lo que sucede es que la mayoría son jóvenes y muy indisciplinados, informales. No le ponen toda la seriedad porque tienen que ganarse la vida haciendo otras cosas. Y los entiendo”, explicó.
Para mantener a toda la comunidad activa, cada cierto tiempo planifica reuniones de traceurs ―así se le conoce a los practicantes de parkour― para compartir sus progresos, sus técnicas y fraternizar. Además, son una alternativa para que los principiantes sin “profesor” tengan la posibilidad de aprender técnicas y saltos.
De acuerdo con The Boss, estas reuniones han sido funcionales como espacio para compartir los avances técnicos entre los atletas, pero les golpea la falta de apoyo formal que ayude al crecimiento de la comunidad.
A principios de 2022, una persona allegada le sugirió acercarse al Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), a través de la Escuela Nacional de Gimnasia, para explorar la posibilidad de oficializar el parkour. Tras un primer encuentro esperanzador, transcurrió cerca de un año sin recibir noticias de esa institución.
Finalmente, en marzo de 2023 le ofrecieron participar en la primera capacitación que tendría lugar en Cuba sobre la disciplina. “Surgieron muchas expectativas de ese curso, pero no he vuelto a recibir una llamada. Incumplieron con todo lo que prometieron, nunca abrieron los locales en los municipios ni asignaron profesores”, argumentó el joven.
Aunque la actividad aparece oficialmente regulada por la Escuela Nacional de Gimnasia, The Boss asegura que “todo cuanto se hace por el parkour, sale del bolsillo de los atletas”. “Nunca hemos recibido dinero, donaciones o apoyo interno”, aseguró.
En las calles, los practicantes saben de la donación de un módulo de competencias que recibió la Escuela Nacional de Gimnasia para el entrenamiento de las técnicas y la exhibición de habilidades en actividades programadas. “Pero lo tienen guardado ellos, nosotros no podemos utilizarlo, la comunidad de atletas de parkour no puede utilizarlo”, recalcó.
En ese contexto, la precariedad lleva a muchos traceurs a entrenar descalzos. “Yo mismo he tenido que hacerlo. Se resuelve con un pulóver y un short de andar, como decimos los cubanos; lo complicado son los zapatos, que salen muy caros porque deben ser deportivos y de buena calidad”, precisó.
Con todo, el nivel del parkour cubano no dista del techo impuesto por los atletas internacionales, según plantea The Boss. No obstante, en la Isla las acrobacias se efectúan sobre el terreno debido a las malas condiciones que tienen la mayoría de las construcciones y a la imposibilidad de obtener la autorización para realizar las maniobras en edificios más seguros.
“En Cuba no se practican tanto esos saltos en edificios por las condiciones en que vivimos. Son muy pocos los que han logrado hacer un salto desde un edificio; por su estructura, por los años que tienen, puede ser que pongas tú vida en peligro. La mayoría prefiere hacer las cosas en lugares bajos. Sin contar que, pidas o no pidas permiso, igual te van a decir que no”, lamentó.
El potencial es evidente: a través de las redes sociales los practicantes han establecido contacto con atletas internacionales que tienen patrocinio con importantes marcas como Red Bull, quienes han mostrado disposición de ayudar con donaciones. Asimismo, han sondeado otras vías de apoyo, pero siguen existiendo desafíos difíciles de superar.
“Años atrás existieron conversaciones con un traceurs de una organización en Estados Unidos. Con ellos buscamos apoyo y oficializarnos. No dio resultado porque nos exigían, entre otras cosas, contar con un abogado, un médico, organizar eventos y proyectos con condiciones que aquí son imposibles. Tuvimos que abandonar esa vía. Aquí hay bastante talento, pero se nos complican demasiado las cosas”, acotó Cruz.
De todos modos, refiere, a muchos atletas no les interesa formar parte de una federación organizada por el INDER, debido a que en el parkour los mejores patrocinios y proyectos surgen de las comunidades de traceurs que existen más allá de los organismos deportivos.
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