Nicola Fox (Hertfordshire, Reino Unido, 56 años) es física, ingeniera y jefa de ciencia de la agencia espacial de Estados Unidos, la NASA. “El mejor trabajo del planeta”, en sus propias palabras. El mayor reto al que se ha enfrentado nunca fue en 2010, cuando su marido, también científico aeroespacial, murió de forma repentina, y ella se quedó sola a cargo de dos hijos de uno y tres años. Su vida se rompió en pedazos. Pensó que nunca podría volver a trabajar. En ese momento era científica responsable de la Sonda Solar Parker, una misión espacial de 1.300 millones de euros que debía convertirse en la primera nave robótica que tocase el Sol. Por primera vez aprendió a pedir ayuda a otros y a entender que no hay nada malo en aceptarla, asegura.
Catorce años después, Fox lleva desde 2023 en su cargo como administradora asociada de ciencia, con un centenar de misiones y unos 10.000 colaboradores a su cargo. Está de visita en España para celebrar el 60 aniversario de la cooperación espacial entre España y Estados Unidos, sobre todo en la Estación de Espacio profundo de Robledo de Chavela, a las afueras de Madrid. Sus antenas reciben a diario mensajes de naves que surcan el espacio a millones de kilómetros, incluidas las únicas dos que han salido del sistema solar. El acuerdo entre ambos países se va a renovar para los próximos 15 años. En esta entrevista, la experta explica cuál es el gran objetivo científico de la agencia y cómo espera conseguirlo.
Pregunta. Usted cuenta que consiguió superar el golpe de 2010 gracias al trabajo en equipo.
Respuesta. Sí. Parker es mi misión favorita, no tengo problema en decirlo. [Fox muestra el colgante que lleva, una reproducción en miniatura de la nave]. Lo más importante de las misiones espaciales no es la tecnología, sino los lazos que creamos entre quienes las desarrollamos. A pesar de las enormes exigencias y la presión, todos se afanan en apoyar al otro. La pregunta era siempre: ¿Qué necesitas? Estaba pasando por un momento terrible y el equipo me ayudó a superarlo.
P. La sonda Parker despegó en 2018 ¿En qué punto se encuentra ahora?
R. En noviembre haremos el séptimo sobrevuelo de Venus y la sonda se pondrá en su configuración final. El 24 de diciembre realizará su máximo acercamiento al Sol, a unos 6.000 millones de kilómetros de la superficie.
P. ¿Qué podemos esperar de ese sobrevuelo?
R. No lo sabemos. Yo voy a estar muy nerviosa, siempre lo estoy. Vamos a perder el contacto con la nave mientras pasa por detrás del Sol. Esperaremos a que dé la vuelta completa y recibamos la señal de que todo ha ido bien. Después realizará el sobrevuelo, y tendremos que esperar a una segunda señal. Van a ser 11 días de infarto.
P. Usted tiene a su cargo muchas otras misiones ¿Cuál es la pregunta más importante que pueden responder?
R. La mayor de todas es si estamos solos en el universo. No paramos de buscar indicios de vida más allá de la Tierra. La misión Europa Clipper, que despegó la semana pasada, llegará a su destino y nos permitirá estudiar qué hay bajo la corteza de hielo. ¿Encontraremos agua, compuestos químicos, energía y estabilidad, los ingredientes básicos de la vida? Nuestro objetivo último es entender cuáles eran las condiciones en la Tierra justo antes de que surgiese la vida, y qué hizo que apareciese. Averiguar eso en nuestro propio planeta es muy difícil, porque la vida es muy ruidosa y lo ha conquistado todo. Por eso recurrimos a misiones como Europa Clipper o como Dragonfly, la misión que explorará Titán, una luna de Saturno, donde creemos que hay un ciclo del agua como el de la Tierra, pero con metano. Esta es una sonda con rotor del tamaño de un coche pequeño. Básicamente aterrizará cerca de los lagos de metano, bajo la espesísima atmósfera y buscará los ingredientes básicos para la vida.
P. Hace unas pocas décadas nadie habría esperado encontrar vida en estos lugares, pero ahora resulta que son los sitios más probables donde hallarla.
R. Así es. Normalmente concebimos la vida tal y como la conocemos. Pero realmente tenemos que buscar vida completamente distinta, algo que no entendemos en absoluto. En el fondo de los océanos hay organismos extremófilos que viven en fumarolas a altísimas temperaturas, donde nada vivo debería existir; pero ahí están. Cuando observamos exoplanetas rocosos y determinamos qué compuestos hay en su atmósfera, lo que tenemos que pensar es si habría algún tipo de vida capaz de existir allí, aunque sea completamente opuesta a la que conocemos. Esto es apasionante.
P. Dado lo complicado de estos ambientes, ¿cómo de cerca de estas posibles formas de vida se podrá llegar?
R. Con Europa Clipper y Dragonfly vamos a entender mucho mejor cómo era nuestro sistema solar justo antes de que surgiese vida. Gracias al alucinante Telescopio Espacial James Webb podemos detectar compuestos químicos en la atmósfera de planetas muy lejanos. En 2027 lanzaremos el Telescopio Espacial Nancy Grace Roman, que llevará un coronógrafo. Esto nos permitirá estudiar la atmósfera de otras estrellas tal y como ahora estudiamos la del Sol. Este instrumento bloqueará la luz de estrellas muy distantes y nos permitirá observar los planetas que hay a su alrededor y con esta información lanzaremos un tercer telescopio, el Observatorio de Mundos Habitables, específicamente dedicado a buscar planetas que pueden albergar vida.
P. ¿Cree que hay vida más allá de la Tierra?
R. Es difícil creer que no la hay. Hay billones y billones de estrellas en el universo. Solo tenemos que encontrar la adecuada. Tiene que ser muy parecida a la nuestra, no muy activa, porque de lo contrario aniquilaría todo ser vivo con su radiación. Si encontramos esa estrella, seremos capaces de saber si hay indicios de vida en otros lugares del universo.
P. Dentro de dos años, una mujer pisará la Luna por primera vez dentro del programa Artemis de la NASA. Otras potencias espaciales como China también ansían llegar y usar los recursos lunares ¿Cree que hay algún riesgo de que Estados Unidos deje de ser el líder mundial en este campo?
R. El programa Artemis lleva asociados unos acuerdos que han sido firmados por muchos otros países. Estos acuerdos expresan que no vamos a la Luna como un solo país, sino como una comunidad. Queremos que todos se vean como parte de este proyecto. Esta es una enorme diferencia entre Artemis y el programa Apolo de hace más de 50 años.
P. ¿Cuánta ciencia se va a hacer durante esta carrera a la Luna?
R. Desde el punto de vista científico estamos listos para ir. Tenemos proyectos que volarán en Artemis 2, la misión que sobrevolará la Luna [en 2025], y ya hemos decidido qué experimentos se realizarán durante la Artemis 3, que aterrizará en el satélite [en 2026]. Hemos diseñado herramientas para los astronautas, tenemos un equipo de geólogos trabajando con ellos para que sepan qué se van a encontrar cuando aterricen en el polo sur de la Luna. Vamos a aprovechar cualquier ocasión para hacer buena ciencia, ya sea con aterrizadores robóticos o con instrumentos en las misiones tripuladas.
P. ¿Qué papel tendrá España y la estación de Robledo en todo esto?
R. Un papel crucial. No tiene sentido enviar todas estas naves alucinantes al espacio si no podemos descargar sus datos después. Esto es exactamente lo que hacen las tres estaciones de la Red de Espacio Profundo [situadas en Estados Unidos, Australia y España]. Por primera vez en la historia hemos alienado las seis antenas de Robledo para recibir señales de la sonda Voyager 1. Las instalaciones españolas también fueron las primeras en recibir el mensaje de Neil Armstrong de que había pisado la Luna [en 1969]. Y más allá de la estación tenemos grandes colaboraciones científicas con España, por ejemplo en el desarrollo de la estación meteorológica a bordo del Perseverance, en Marte, que nos ha permitido saber cuándo había buenas condiciones para volar nuestro dron Ingenuity. España es muy importante para nosotros.