mucho más que elecciones democráticas


LA HABANA, Cuba. — En días recientes y el venidero domingo, importantes acontecimientos electorales que han tenido o tendrán lugar en diversos países hermanos de Nuestra América parecen darle una cumplida respuesta a la tramposa pregunta retórica que en su momento formulara el instaurador de la dinastía castrista: “Elecciones, ¿para qué?”.

Estamos hablando del mismo líder político que unos meses antes, ya trepado al poder, pero sintiéndolo todavía no firme en sus manos, prometió celebrar comicios en un plazo breve, ofrecimiento que sólo lo hizo realidad… ¡17 años más tarde! Y, para colmo, únicamente en una mínima parte, pues el único funcionario que pudieron empezar a escoger los ciudadanos fue el concejal que habría de representarlo en la Asamblea Municipal.

Por suerte para los ciudadanos de Argentina, Guatemala y Ecuador, y a pesar de los vicios de la politiquería entronizados en sus respectivos países, ellos no sólo están declarados como soberanos, sino que, en verdad, actúan como tales al escoger, en comicios libres, a los compatriotas que, desde sus cargos en los diferentes poderes del Estado, regirán los destinos de su Nación.

En el gran país austral se celebraron el pasado domingo las llamadas PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias). La gran sorpresa del evento fue la clara victoria de un candidato antisistema de ideas bien diferentes a las del “socialismo del siglo XXI”: Javier Milei. Los rojillos no han escatimado con él un mote que mucho aprecian: el de “fascista”; el inepto presidente Fernández lo parangonó incluso a Adolfo Hitler.

De este nuevo personaje, que es una especie de recién llegado a la política, se suponía que ocuparía en la primera vuelta electoral (prevista para el venidero octubre) apenas un tercer lugar. Es cierto que se suponía que su número de votos no distaría mucho de las dos grandes coaliciones (Juntos por el Cambio, de centro-derecha; y la izquierdista —y también gobiernista— Unión por la Patria, antes Frente de Todos).

Pero resultó que Milei quedó en primer lugar, y con una ventaja no amplia, pero sí clarísima. Esto altera por completo los planes de los políticos más tradicionales agrupados en las dos coaliciones recién mencionadas. Las perspectivas de que Milei quede electo en la primera vuelta se hacen reales; y si hubiese que hacer un balotaje entre las dos opciones más votadas, sus perspectivas de ganar son claras. Veremos qué pasa de aquí a octubre.

En otro país geográficamente más cercano al nuestro (Guatemala), los partidos más antiguos, muy insatisfechos por la inclusión en el balotaje de otro candidato outsider —Bernardo Arévalo, del partido Semilla—, intentaron aprovechar los puestos públicos que ocupan para inhabilitarlo. Las protestas del electorado guatemalteco, apoyadas por países democráticos como Estados Unidos, parecen haber conjurado el peligro.

Las gestiones de la Fiscalía del país centroamericano causan pasmo: alega que años atrás, al constituirse Semilla e inscribirse como partido político, se cometieron irregularidades al recogerse el número de apoyos que demanda la Ley. ¡Como si cualquier ilicitud que se hubiese cometido entonces, de ser cierta, no hubiese quedado más que subsanada al celebrarse la primera vuelta, cuando esa fuerza política fue una de las dos más votadas!

En el caso de Guatemala, no será necesario esperar tanto tiempo como en el de Argentina. El venidero domingo deberá tener lugar el balotaje entre el ya mencionado Arévalo y la ex primera dama Sandra Torres. Aunque una buena cantidad de electores piensa abstenerse o votar en blanco, de los que piensan hacerlo por alguno de ambos, casi dos tercios expresan que lo harán por Arévalo. Para conocer el resultado faltan apenas unas horas.

Es el mismo tiempo que falta en Ecuador para la primera vuelta. En este país resulta harto ilustrativo un material elaborado por la Agencia EFE y publicado en PanAm Post, de título sugerente: “Las diez claves de las elecciones en Ecuador”. Las tres primeras que se mencionan son: 1) El asesinato de Villavicencio; 2) Violencia política; 3) Crisis de seguridad.

Se trata, en puridad, de diversas facetas de un mismo fenómeno, que constituye el problema más grave que confrontan esos hermanos sudamericanos. Y dentro de él se destaca la muerte cruenta de uno de los ocho candidatos a la Presidencia de la República: el postulado por el movimiento Construye (antes Ruptura), Fernando Villavicencio.

Este último, que ganó notoriedad por los valientes reportajes contra el peculado que publicó como periodista, centraba su campaña justamente en “cortar la cabeza a la serpiente” de “las mafias de la droga, la corrupción y la minería ilegal”. Su vil asesinato impidió que él mismo u otro candidato de su partido tomase parte en el debate presidencial recientemente celebrado en Quito.

Ese evento ha sido evaluado por importantes órganos de prensa como “de bajo nivel”; también “tenso, confrontativo y sin propuestas claras”, “de poca profundidad y mucho enfrentamiento”. En esa situación, cabe preguntarse: la imposibilidad de un representante de Construye de participar en el debate, ¿deberá considerarse como negativo para esa fuerza política o, por el contrario (y de manera paradójica), como algo positivo!

En cualquier caso, ya se ha anunciado que Christian Zurita, también periodista anticorrupción y amigo personal del occiso, ha sido designado para reemplazarlo. Esa candidatura ha sido avalada por el Consejo Nacional Electoral. No obstante, los correístas de Revolución Ciudadana (que marcha en primer lugar en las preferencias de voto, según las encuestas) impugnaron la sustitución.

Los seguidores del expresidente y prófugo de la justicia Rafael Correa parecen pretender que Construye no pueda tener un candidato válido. Para justificar su oposición a la candidatura de Zurita, alegaron que este aparece afiliado a otra organización política. Se trata de un turbio acto politiquero que, según el afectado, incluye hasta una firma falsa.

Conociendo los puntos que calzan los “socialistas del Siglo XXI”, no me extrañaría que los mismos correístas sean los perpetradores de la afiliación simulada. Y sería un acto de justicia divina que la candidatura de Construye, respaldada por ciudadanos indignados con el asesinato de Villavicencio, llegase a ser una de las dos más votadas en primera vuelta y ganase después el balotaje.

Todo cabe en lo posible en una competencia democrática. Es algo que, “gracias” al castrismo, los cubanos no hemos conocido desde 1959 (en puridad, desde 1950, que fue la última elección verdaderamente libre, aunque no general, celebrada en nuestra Patria).

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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