Organizaciones de la sociedad civil independiente de Cuba verificaron esta semana otros dos crímenes machistas, lo que eleva a 37 el número de feminicidios registrados en el país en lo que va de año.
Como consecuencia de estos hechos, cuatro niños menores de edad quedaron huérfanos, según el reporte del Observatorio de Género Alas Tensas (OGAT) y la plataforma Yo Sí Te Creo (YSTCC).
Una de las víctimas fue identificada como Isabel Rojas Aguilera, asesinada por su expareja en el reparto La Bloquera, en la ciudad de Camagüey, el pasado 13 de septiembre.
El crimen se produjo cuando la joven de 30 años fue a recoger pertenencias de ella y su hijo, de seis años, a la casa del agresor.
Además de Rojas, los observatorios confirmaron la muerte de Arianni Céspedes Garcés, una joven de 35 años asesinada el pasado 14 de septiembre en su propia casa en el poblado de Aguacate, en Palma Soriano, Santiago de Cuba.
Céspedes trabajaba como maestra de una secundaria y le sobreviven tres hijos menores de edad.
Este año los observatorios han documentado otros tres intentos de feminicidio y dos asesinatos de hombres por motivos de género. Además investigan alertas en Las Tunas, Matanzas, Camagüey y Guantánamo.
Feministas y organizaciones de la sociedad civil alertan sobre la violencia machista en Cuba y han pedido a las autoridades transparencia en las cifras oficiales de asesinatos en la isla.
También han exigido la creación de alertas para desaparecidos ante el creciente número de reportes en redes sociales y otros canales no oficiales.
En declaraciones a Martí Noticias, Yanelys Núñez, coordinadora General del OGAT, se ha referido a la necesidad de que el país implemente refugios y sistemas de rescate para mujeres en peligro por violencia de género.
La escalada de violencia en Cuba está afectando a la mayoría de la población. Para la psicóloga Yaima Díaz “sin programas de apoyo ni políticas preventivas, la sociedad cubana queda expuesta a un ciclo perpetuo de violencia y trauma y venganza que puede cobrar más vidas. La violencia física es solo la punta del iceberg”.
“Debajo de todo esto hay una violencia estructural que el Estado no ha querido ni sabido reconocer”, comentó la experta a nuestra redacción.