¿Hacia dónde va el Gobierno cubano?


LA HABANA, Cuba.- Una amiga me envió un breve artículo que apareció en la revista Nature referido a los peligros que traen los avances tecnológicos para el desarrollo del pensamiento y la actitud de los seres humanos. Según la publicación, hay un proceso continuista, o sea, se sigue dando “vueltas alrededor de las mismas ideas y conceptos, sin que nada esencial cambie en nuestra comprensión de las cosas”.

El artículo hace referencia al último libro del fallecido científico estadounidense Carl Sagan, El mundo y sus demonios, donde señalaba, entre otras cosas, que “la introducción de la alta tecnología conseguirá, ante la saturación de contenidos vacíos, que las sociedades pierdan su capacidad de establecer prioridades, o de cuestionar con argumentos a los que ejercen la autoridad”.

Valga relacionar esta idea de Carl Sagan con la situación cubana.  

El primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, hace unos días, en una entrevista efectuada en Irán por Hispan TV, aseguró que en cinco años habrá en el país una situación mucho más favorable sin renunciar al socialismo.    

La afirmación de Marrero es cuestionable: el sistema socialista ha demostrado ser más que ineficiente para enfrentar los problemas del país, particularmente en la economía.  

Según las informaciones y datos oficiales, deberíamos tener en estos momentos una situación más favorable en cuanto a producción y precios de los alimentos, pero la realidad es todo lo contrario.

La situación electro-energética presenta una inestabilidad constante. Aparte del déficit de combustible, las plantas que generan su energía, debido al excesivo tiempo de explotación, ya no dan más. Las reparaciones efectuadas son solo alivios momentáneos: los cortes de energía son constantes.

El transporte es otro de los grandes inconvenientes existentes. A ello se añaden el deterioro de la salud y la educación.

La producción no aumenta, entre otras razones, debido a la falta de mano de obra por los desestimulantes salarios que no alcanzan para cubrir las necesidades más elementales, y a la imparable emigración, sobre todo de jóvenes.

El Estado reconoce que hay un gran envejecimiento poblacional. Las personas de mayor edad son las más afectadas por la relación entre los precios y las jubilaciones y salarios. Sin alcanzarle el dinero para mal comer, su situación es aterradora.

Para subsistir hay que “inventar”, un vocablo con una acepción muy particular en Cuba que no reconoce la Academia de la Lengua Española. Cada cual vende lo que puede, incluso cosas recogidas en los basureros. Algunos, para subsistir el mes, se ven obligados a vender una parte de la exigua cuota que reciben por la Libreta de Abastecimiento. Y siempre todo esto es ilegal y a sobreprecio.   

La retórica del Gobierno cubano es vacía ante las realidades existentes. A 65 años de Revolución y socialismo, cada vez hay más problemas y escasez, y la población cree menos en las promesas de los dirigentes, que se contradicen flagrantemente con la realidad. En un régimen totalitario no hay quien cuestione a la dirigencia para que modifique sus procedimientos.

No basta declarar que hay que cambiar la mentalidad y la forma de hacer y dirigir. Evidentemente eso hay que aplicarlo en la práctica.

Decir que tendremos que esperar cinco años más para alcanzar una mejoría es alucinante. ¿Cuántas personas podrán resistir (prefiero decir aguantar) tanto tiempo, para llegar a esa mejoría?



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