LA HABANA, Cuba.- Hace unos días, un joven familiar mío fue operado de una apendicitis complicada con peritonitis. La operación fue un éxito, pero conseguir los medicamentos necesarios fue un problema: unos no los había en el hospital y otros se demoraron en llegar.
A pocas horas de la operación, cuando el paciente debía ser alimentado con sueros, estos faltaron por unas seis horas, ya que la empresa que los elabora no se los suministró a tiempo al hospital. La falta de suero pudo provocar deshidratación del paciente. Para remediar la situación, una vecina nos brindó un suero que tenía en su casa.
Otra dificultad fue con el antibiótico. Aunque había dos que aplicaron, el más indicado, el Rosefín, que solamente está a nivel de hospital, no lo había. Hubo que comprarlo “por la izquierda”. Los catorce bulbos costaron cada uno 600 pesos, o sea, 8.400 pesos en total, más 600 por mensajería, sumó 9.000 pesos. Según me han comentado, fue barato, pues se venden en 1.000 pesos cada unidad.
El drenaje original no existía, y se colocó un pequeño conducto de goma, con un guante en su extremo para recoger las supuraciones. En cierto instante también faltó el guante, y hubo que comprar uno que costó 2.37 dólares. La unión de la manguera y el guante se hizo con esparadrapo, y en un momento determinado el enfermero tuvo que recorrer las salas para encontrarlo, pues había un solo rollo de esparadrapo para todo el piso del hospital, y no se sabía quién lo tenía.
Tuvimos que llevar un ventilador que mitigase el calor y los mosquitos. Y también un cubo. El agua había que cargarla en cubos desde una llave situada en un vertedero, pues no llegaba a los lavamanos situados en cada cuarto. Comprar un cubo para cargar el agua aumentó la cuenta en 270 pesos más.
Es bueno señalar que tanto los médicos como los enfermeros del Hospital Fajardo dieron una atención esmerada en todo momento. Y la doctora del policlínico continúa aún las visitas al hogar para saber el estado del paciente: una actitud profesional que desgraciadamente no se observa siempre en todas las instituciones de salud.
Cuando le dieron el alta al paciente, como no había servicio de ambulancia, hubo que alquilar un auto para trasladarlo a la casa y nos costó 1.500 pesos.
Obtener los medios para las curaciones es otro tormento. El esparadrapo y los apósitos no aparecen por ningún lugar. Me dirigí incluso a las farmacias internacionales del hotel Habana Libre, y del hospital Cira García, para adquirirlos en MLC. En ambos sitios me dijeron que no buscara más, que no encontraría en ningún lugar.
Existe un grupo altruista dirigido por un cubano llamado Sergio E. Cabrera, cuyo lema es: “¡Quien no vive para servir, no sirve para vivir!”, que si poseen la medicina o el insumo médico que necesitas te lo dan de forma gratuita; pero me respondieron no tener en ese instante.
Preguntamos a vecinos y amigos dónde hallar esos artículos. Algunos aportaron algo que tenían, pero todos me remitieron a ventas en redes no oficiales.
Cuando al fin encontré el esparadrapo, un rollo mediano costó 500 pesos, más 600 por mensajería. Total: 1.100 pesos.
Inaudito que el servicio valga más que un producto. El caso es que los vendedores no estatales realizan la actividad a través de la página Revolico.com, y no dan su dirección ni se identifican, por lo que no se puede ir a buscar el artículo, sino que lo trae un mensajero, lo cual encarece todavía más todo.
Cuando hubo que llevar al operado a retirarle los puntos al hospital, el alquiler del auto fue de 1.000 pesos ida y vuelta.
Aún queda otro viaje al hospital para eliminar el drenaje la próxima semana, por tanto, la cifra aumentará.
Me pregunto, en una situación similar, ¿cómo se las arreglarán las personas de escasos recursos económicos?