En medio del caos, por el apagón total de la isla, el dictador cubano Miguel Díaz-Canel dirigió un mensaje a la nación, culpando al embargo de Estados Unidos y la lo que describió como una “persecución energética” por parte del gobierno estadounidense.
“Esta es una demostración más de los problemas que causa el bloqueo”, afirmó, señalando que las limitaciones en la obtención de divisas y combustibles son consecuencia directa de la política exterior de Washington.
Sin embargo, desde el Departamento de Estado en Washington, la respuesta fue clara: la crisis energética en Cuba no es el resultado del embargo, sino de la mala gestión económica del régimen.
Las críticas se centran en la incapacidad del gobierno cubano para mantener sus infraestructuras energéticas y en la falta de inversión en la modernización del sistema eléctrico.
A pesar de los intentos del gobierno cubano por recuperar la normalidad, las soluciones parecen distantes. Díaz-Canel aseguró que “no va a haber descanso hasta que restablezcamos totalmente el sistema”, pero con una red energética obsoleta, falta de combustible y un sistema económico en declive, los cubanos no ven una salida inmediata.
Mientras tanto, la población sigue enfrentando la dura realidad de la escasez, la falta de servicios básicos y la incertidumbre. En la calle, la gente busca soluciones temporales: generadores eléctricos, sistemas de energía solar y cualquier medio que les permita afrontar lo que parece una crisis energética prolongada. Sin embargo, con un acceso limitado a recursos, la mayoría solo puede esperar que el apagón termine pronto.