cuna de la nacionalidad a circo de parranderos castristas


LA HABANA, Cuba.- Celebrar la trigésima edición de la Fiesta de la Cubanía en un contexto social asolado por la escasez, el hambre, los apagones, la falta de transporte y el éxodo masivo de jóvenes, será huir hacia adelante, como ya califican algunos bayameses el evento a realizarse en Bayamo entre los días 17 y 20 de octubre.

Si como señalara el etnólogo Don Fernando Ortiz en su ensayo “Los factores humanos de la cubanidad” (1949), “no es suficiente tener en Cuba la cuna, la nación, la vida y el porte para ser cubano, pues se precisan la conciencia de ser y la voluntad de querer serlo”, tanto en Bayamo como en el resto del país, vamos quedando pocos cubanos.  El resto sueña irse, o gestiona o ya es cubano-español o cubano-lo que sea fuera y dentro del país.

Pocos quieren ser cubanos si tienen que residir en la Isla. Solo cuando ponen el mar y muchos kilómetros entre sus países de acogida y Cuba, comienza el bichito de la nostalgia a hacerles querer regresar, eso sí, de visita, a su patria querida, donde pasaron los peores momentos de sus vidas. Pero ahora regresan con los bolsillos llenos de mentiras, montones de cadenas falsas en el cuello, pero con la ventaja de ser tuertos en el país de los ciegos. Y es que el deseo de que alguien reconozca sus “éxitos”, suele ser infinito.

Según Abel Prieto, exministro de Cultura y actual presidente de la Casa de las Américas, existe una categoría de connacionales a los que define como “anexionistas rumberos y divertidos, pues dominan un picante repertorio de cubanismos, disfrutan el ron, el dominó, un buen tabaco, el café fuerte, ríen con los chistes de Pepito, lloran con un bolero y llevan siempre al cuello una medalla de la Caridad del Cobre, pero esos no son cubanos, son practicantes activos de la cubanidad externa, pero están esencialmente ajenos a la cubanía”.  Tienen la cubanidad castrada, asegura Prieto.

Con esas definiciones oficialistas, como la de Abel Prieto, sobre quién es cubano o qué significa serlo, dudo de la identidad que pretende defender el grupo de intelectuales parranderos que se da cita en Bayamo durante la Fiesta de la Cubanía, de la relevancia de la convocatoria a la 32 edición del evento teórico Crisol de la Nacionalidad Cubana y dentro de este, el segundo Coloquio de Pensamiento Crítico Descolonizador Latinoamericano.

Pienso que, si entendí bien lo dicho por Abel Prieto, queda poco y malo que resaltar de las raíces y la identidad cubanas. De ser así, el abundante presupuesto asignado a un evento patriotero para elegidos, debía invertirse en los miles de bayameses que día a día recorren la ciudad en busca de un mendrugo de pan que llevarse a la boca, desde Jabaquito a Gasolina, entre Manopla y Siboney, del Remeneo a Resplandor y de la Cutara al Polígono, bajo las inclemencias de la lluvia o el sol y en medio de los frecuentes y prolongados apagones.

Como diría Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, “Pobre Bayamo”. De aquel pueblo del que se vanagloriaba el apóstol José Martí cuando dijo, “tengo de Bayamo el alma intrépida y natural”, solo quedan las ruinas, algunas calles con el nombre de sus próceres y un Himno Nacional que convoca al combate a una población ensordecida, como la del resto del país, por el miedo a la represión y a la cárcel.



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